lunes, 26 de diciembre de 2011

Hipnopedia: ¿Mito o realidad?


El vocablo hipnopedia hace referencia al aprendizaje mnémico que se verifica durante el sueño con la ayuda de instrumentos que reproducen ciertos contenidos sin despertar a la persona. En otras palabras, será el aprendizaje subliminal nocturno. Pero… ¿es posible aprender con la hipnopedia o es solo un mito?
 
Desgraciadamente hasta el momento esta es una técnica que se ha estudiado muy poco y fundamentalmente en la década de los años ’50 y ’60 del siglo pasado. En la actualidad no se encuentra plenamente rechazada pero tampoco comprobada, si bien no se recomienda como técnica principal de aprendizaje.

Se conoce que durante el sueño el cerebro emite ondas diferentes que nos hacen más sensibles a la recepción de los estímulos auditivos pero esto no quiere decir que seamos capaces de adquirir un conocimiento que podamos aplicar posteriormente. Esto se debe a que durante el sueño se produce una desconexión entre la corteza cerebral y las señales temporales de forma que se dificulta no solo la memorización sino que se hace imposible la comprensión del contenido que se pretende “aprender”. Puntualizo que el hecho de que durante el sueño se produzcan procesos de consolidación de la memoria y de los contenidos previamente aprendidos, no es lo mismo que aprender durante el sueño.

En el año 1956 los psicólogos William Emmons y Charles Simon idearon un curioso experimento para comprobar la eficacia de la hipnopedia. Estos psicólogos crearon una lista de diez palabras que era repetida tantas veces como fuese posible durante un periodo de ocho horas de sueño. Durante todo este tiempo se grababa con un EEG las funciones cerebrales de las personas.

Posteriormente, a los participantes se les pidió que eligieran de una lista de 50 palabras, las diez que habían “aprendido” durante el sueño. Pudo apreciarse que la mayoría de las personas no eran capaces de determinar cuáles eran las diez palabras que habían “escuchado” en la noche. Sin embargo, si las palabras se presentaban durante el periodo de somnolencia profunda (cuando aumentaba la actividad alfa), aumentaba su retención pero solo acudían a la memoria cuando se les pedía inmediatamente que las eligieran dentro de una lista; es decir, no eran capaces de recordarlas por ellos mismos.

Sin embargo, unos años antes los psicólogos Fox y Robbin habían realizado un experimento exitoso. En este estudio hacían escuchar a las personas 25 palabras en idioma chino y la traducción de las mismas en idioma inglés, repetidas tan solo 15 veces durante el sueño. En comparación con el grupo de control (que había escuchado música), quienes oyeron las palabras chinas y su correspondiente traducción mostraron una mejor comprensión de algunas frases en idioma chino.

Más reciente en el tiempo es un experimento realizado en la Universidad de Hull. En esta ocasión a los participantes, antes de ir a la cama, se les presentaron 20 imágenes. Posteriormente, durante la fase REM o la fase 2, se les pasó una cinta donde estaban grabadas series de 10 palabras que fungían como los equivalentes verbales de la mitad de las imágenes que habían visto antes de dormir. Estas palabras se repitieron diez veces.

En la mañana, al pedírseles que recordaran las imágenes, pudo apreciarse que la memoria de quienes se habían sometido al “aprendizaje” durante la fase 2 había mejorado en comparación con el grupo control. Sin embargo, la repetición durante la fase REM no mostró una mejoría en la recuperación de la información. Los investigadores sugieren que estas diferencias para recuperar la información se debe a que durante la fase 2 del sueño existen menos barreras para almacenar los datos mientras que en la fase REM nuestro cerebro se concentra más en la consolidación de lo ya aprendido, por ende, está menos dispuesto a aceptar nuevos datos.

Así, puede presuponerse que el cerebro sea más receptivo durante algunas fases del sueño y no otras de la misma forma que este método podría ser más adecuado para algunas materias como la enseñanza de idiomas y no para otras.

No obstante, lo cierto es que hasta el momento no existen datos científicos concluyentes (o al menos yo no los conozco) realizados con una gran muestra que comprueben o desmientan totalmente la eficacia de la hipnopedia.

Aún así, considero que por mucho que pueda avanzarse en este campo, la hipnopedia no es un verdadero método de aprendizaje en tanto durante el sueño somos incapaces de analizar y llegar a conclusiones generalizadoras. Debemos recordar que aprender es mucho más que memorizar.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La crítica constructiva: 6 reglas


Criticar es fácil, realizar una crítica constructiva es un arte. A veces pareciera que tuviéramos incluido en nuestro ADN el “don” de criticar y es que evitar esta postura hipercrítica es sumamente difícil. De hecho, les motivo a que pasen un día entero sin criticar nada. De seguro antes de que pasen tres horas se encontrarán criticando algo.

No obstante, la crítica no tiene por qué ser negativa sino que puede convertirse en un punto de apoyo para crecer, en este caso me refiero a la crítica constructiva.

El objetivo esencial de la crítica constructiva es lograr un cambio favorable que beneficie a los otros (y esta es la idea que siempre debemos tener presente cuando vayamos a criticar). Con demasiada frecuencia cometemos el error de analizar únicamente nuestro punto de vista sin tener en cuenta las necesidades o propósitos que tienen los otros. Por eso, antes de criticar, es necesario abrir nuestra mente y preguntarnos si nuestra crítica realmente puede aportarle algo positivo a la otra persona.

En este punto podrás comprender que realizar una crítica constructiva que ayude a crecer al otro no es tarea fácil; sin embargo, existen algunas reglas que pueden ayudarte:

1.- Ser autocrítico: ¿Estamos criticando un error que nosotros mismos solemos cometer? ¿Vamos a sugerirle a una persona que sea más flexible cuando nosotros no lo somos? Normalmente la crítica es aceptada con agrado cuando proviene de una persona confiable y madura. Esto quiere decir que la técnica: “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, no se aplica a las críticas constructivas.

2.- Personalizar: mientras más personalizada sea la crítica, más probabilidades tendrá de llegar a buen puerto. Hablar en sentido general no ayuda, es mejor determinar adecuadamente el objetivo y hacerlo llegar de forma concisa y personalizada al caso que tenemos delante.

3. Criticar resultados y comportamientos, no personas: el hecho de que alguien haya hecho mal algo, no significa que la persona sea incompetente. El hecho de que se haya comportado de manera rígida ante una situación no significa que sea una mala persona. Por ende, cuando criticamos debemos tener cuidado con las palabras utilizadas. Una crítica constructiva no tiene el objetivo de hacer sentir mal al otro sino de ayudarle, por ende, no le criticamos como persona sino que apuntamos los errores de sus resultados o comportamientos.

4.- Utilizar el tono adecuado: el objetivo de una crítica constructiva no es vencer al otro sino convencerlo de los problemas o errores. Por ende, el tono de sabelotodo o de prepotencia no es el más adecuado. Intenta asumir la postura del amigo o del compañero que desea sugerirle un cambio.

5.- Buscar el momento adecuado: en ciertas ocasiones, sobre todo en los lugares públicos o cuando la persona está muy comprometida emocionalmente, es mejor posponer la crítica para otro momento. Si realmente deseamos que la otra persona cambie, debemos esperar a que tenga una disposición emocional adecuada para escuchar lo que deseamos decirle.

6.- Brindar sugerencias y apoyo: a veces, por muy constructiva que sea la crítica, la soltamos cual “patata caliente”. Es decir, apuntamos lo que anda mal pero no le brindamos un posible camino para que solucione la problemática. Esto provoca desazón y angustia en la persona que es criticada ya que se siente perdido y sin brújula. Por eso, antes de criticar, es mejor pensar en cuáles podrían ser las posibles opciones para cambiar lo que está mal hecho. Si no tenemos ninguna solución a mano, entonces es importante brindarles nuestro apoyo para encontrar juntos una salida.

jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Cómo detectar mentiras? #7: El alivio de la retirada


La última técnica que debemos aprender para detectar mentiras es, sin duda alguna, la más difícil de aplicar. Se basa en la siguiente premisa:
“Cuando una persona está siendo interrogada de manera inquisitiva, se mantendrá a la defensiva y su cuerpo estará tenso. En el momento que el interrogatorio termine, pueden ocurrir una de dos cosas: O bien la persona ´contrataca´ diciendo lo injusto que hemos sido en pensar que está mintiendo, o bien se queda callad@ y su cuerpo se relaja por unas décimas de segundo.”
En pocas palabras, una persona culpable se sentirá aliviada instantáneamente cuando el “interrogatorio” termine.
 El alivio que sentimos cuando termina el interrogatorio

¿Por qué es tan difícil de poner en práctica?
Primero y principal, esta es la única técnica que implica al mentiroso en pleno conocimiento de que lo estamos interrogando. Este proceso, en sí mismo un arte delicado, debe ser lo suficientemente exasperante para él como para que exhiba al menos tres de las seis claves expuestas en los posts de esta serie. En ese momento sus hombros estarán tensos, pues el reptil ubicado en el sótano del cerebro triuno los precalienta por si la situación amerita resistir un soberano sartenazo.
Si el interrogatorio finaliza de manera súbita, debemos estar atentos a dos claves: a) la relajación de uno ó ambos hombros y b) La respiración,  que siendo superficial hasta ese momento, se reanudará con un suspiro sordo.

¿Tan preciso es?
Imagínense que nos empiezan a acusar de algo que no es cierto. A pesar de lo que decimos en nuestra defensa, siguen sin creernos. ¡Nos indignaríamos! Y no sería una emoción que se disipe de buenas a primeras.  Apenas termina el interrogatorio, empezaríamos a reclamar la injusta acusación.
Pero si somos culpables, la actitud es otra.  Por medio segundo nos relajamos, aliviados que ya el ataque terminó; pero enseguida el hemisferio izquierdo del cerebro toma las riendas y dice “¡Epa! se supone que debemos demostrar indignación!”

¿Cómo ejecutarlo correctamente? Existe un rocedimiento sistemático para lograrlo; requiere de cierta práctica, pero es posible lograrlo:
1) Acorrale al (supuesto) mentiroso, lanzando pregunta tras inquisitiva pregunta, tratando de ir aumentando su estrés, pero sin que sobrerraccione.  Vaya cocinándolo a fuego lento.
2) Verifique visualmente que, efectivamente, sus hombros se empiezan a subir y “juntarse” un poco.  Este paso es muy importante, y es el que da pie a:
3) Lance una última pregunta y espere la respuesta (cualquiera que sea), y por último…
4) ¡El punto decisivo!.  Apenas el mentiroso termina su respuesta, nos quedamos de tres a cuatro segundos mirándolo fijamente a los ojos, como considerando que está diciendo en efecto la verdad; mientras, nuestras manos deben estar apuntaladas en la cintura, dando a entender que no vamos a dar un paso atrás.  Al terminar los tres ó cuatro segundos de mirada fija… afloja los brazos, gira tu cuerpo 45°, llévate una palma a la frente y suspira profundamente, oscilando los ojos hacia abajo, pero sin perderlo de vista.

Este gesto compuesto le dará a tu interlocutor absoluta certeza de que el interrogatorio ha terminado.  ¡Es el momento! ¿Empieza el contraataque inmediatamente, o hay una fracción de segundo de alivio?

¿Cómo detectar mentiras? #6: Bajar la voz y tragar saliva


Ésta es la lección para detectar mentiras más fácil de implementar.  Cuando una persona miente o está inventando algo, su tono y volumen de voz disminuyen dramáticamente, casi en un 50%.  De hablar con una correcta modulación, pasa de repente a bajar la voz con discreción, y de nuevo a un tono de voz normal.
 tragar saliva y bajar la voz son indicios de mentir
¡Inclusive, puede ocurrir varias veces a lo largo de frases concatenadas!  
Trata de identificar, a medida que tu interlocutor se expresa, las subidas y bajadas de tono; pon atención a qué detalles estaba explicando n el momento que disminuyó el volumen al hablar; Apunta maquiavélicamente tus próximas preguntas a estos detalles que tu “víctima” quiere pasar por debajo de la mesa.
En la misma medida que el tono de voz oscila con las mentiras, hay otro detalle vocal que no puede restársele protagonismo: tragar saliva.  
Éste es un proceso automático que hacemos todo el tiempo, pero si estamos nerviosos lo hacemos casi deliberadamente, y se nota.  
Los cómics han sido bastante explicativos al respecto, pues el gesto clásico del personaje aterrado que debe halarse el cuello de la camisa para poder tragar saliva con la parsimonia que lo caracteriza, está firmemente arraigado en nuestro léxico corporal.
Pero esta clave está más allá de una simple viñeta infantil.  
Es un hecho que las personas,cuando estamos nerviosas, necesitamos (conscientemente) tragar saliva.¡Ojos pendientes de la garganta de tu interlocutor!
Es más fácil si el sujeto es hombre, pues la manzana de Adán es una especie de bandera gigante que nos permitirá presenciar este fenómeno a plenitud.

¿Cómo detectar mentiras? #5: Justificarse innecesariamente


Una de las recomendaciones que hacen los abogados a las personas que están siendo interrogadas, bien sea en una comisaría o en un juicio, es el de ser fríamente concretos.  “Sí” o “No” son las respuestas adecuadas; si hay que responder con una frase completa, debe hacerse lo más sencilla posible y responder exactamente lo que están preguntando. Si te preguntan 
-“¿Dónde estuvo usted la noche del martes?“, nuestra respuesta debe ser de menos de cuatro palabras. 
-“En la discoteca tal o cual“.Punto.
 justificarse es un indicio que se está mintiendo
Criminólogos, abogados, psicólogos, psiquiatras y demás profesionales afines conocen perfectamente la razón de esta recomendación. 
Cuando nos sentimos culpables por una u otra razón, o cuando estamos nerviosos porque queremos demostrar nuestra inocencia o eficiencia, tendemos a… justificarnos innecesariamente.

¿Qué podemos definir como una justificación innecesaria? todo detalle que busca probar lo que estamos diciendo.  Por ejemplo, un criminal que tenga una coartada para “el martes en la noche”, la espetará completa sin que se lo soliciten, con tal de que lo dejen en paz de una vez.  
Y aquí es cuando los especialistas nos damos cuenta si ha estado practicando la respuesta; una persona que realmente tiene que “recordar”, se toma su tiempo en estructurar los detalles.  No tiene que practicar nada, puede responder calmadamente, pues está hablando con la verdad.
Entonces ¿Qué ganamos hablando más de la cuenta?.  Absolutamente nada.  De hecho perdemos mucho, pues damos detalles muchas veces innecesarios que ayudarán a un interrogador sagaz a contradecirnos eventualmente, incluso si estamos diciendo la verdad.

¿Cómo es posible? el nerviosismo es el culpable.  Si la respuesta a la pregunta fuese 
-“Estaba en la discoteca… con Juan y María“, y en realidad Juan sólo nos acompañó diez minutos y se fue, entonces quien nos interroga podría alegar que 
-“A las 9:30 p.m. Juan se encontraba en casa de su mamá. ¿Cómo es posible que estuviese con usted en la discoteca?“.  
Ahí toca justificar aún más.  Diríamos (aún más nerviosos) -
-“Ah, es que él se marchó a las 9:10… no volví a saber de él”.  
Y por ahí nos vamos. ¿Se imaginan si a las 9:45 le enviamos un mensaje de texto a Juan y lo olvidamos? Todo se complica.

Y todo por culpa de… justificarnos innecesariamente.

¿Cómo detectar mentiras? #4: Los ojos fijos


Entre las “cartillas” de lenguaje corporal que abundan en internet, un mito muy difundido es el siguiente:
“Los ojos de una persona que miente tratan de evadir constantemente a su interlocutor, ya sea por vergüenza o pesar.”
 Ojos que se mantienen fijos al mentir
Nada más alejado de la verdad.
Mentir es como jugar al baloncesto. ¿Se imaginan que estén probando sus tiros, y que cada vez que lancen el balón, volteen hacia otro lado? Poco probable; siempre querrán ver si acertaron o no. Y exactamente eso es lo que hacemos; mantenemos nuestra mirada fija en la trayectoria del balón.

Cuando mentimos, lanzamos una “pelota” que esperamos nuestro interlocutor atrape. Esperamos que se convierta en un ´punto´. Esperamos que baje la guardia y nos crea. Hasta entonces, tratamos de escrutar cada centímetro de su rostro; el brillo de sus ojos, la tensión en su cara, el color de la piel, la respiración… buscamos de manera deseperadamente inconsciente una confirmación de que nuestra falsedad ha destruido por completo la duda de la otra persona. Hasta entonces, no dejaremos de mirar.

¿Es confiable esta lección?
Todo exceso es sospechoso. En algún momento nos habremos topado con alguien que sabíamos que mentía… y que se esforzaba ridículamente por no establecer contacto visual alguno. Quizás se quedaba viendo una grieta en el techo, o quizás una piedrita en el piso… pero nunca volteaba a vernos. Lo más probable es que no tuviese un argumento, sino que más bien se empeñara una y otra vez en negar su participación o conocimiento de la acusación. En este caso, la certeza de que está mintiendo es aún mayor.
En uno u otro caso, mantener la mirada fija o evadirla totalmente son signos claros de que la persona esconde algo.
Fuente:lenguajecorporal.org

¿Cómo detectar mentiras? #3: La sien perlada


¿Han notado cómo una persona que se siente amenazada, empieza a sudar copiosamente? 
Aún cuando escasos segundos antes tenía una frente ligeramente seca, ahora la vemos profusamente perlada producto de… el nerviosismo.
 La frente empieza a sudar por el nerviosismo
Esta reacción es provocada de manera natural por la amígdala cuando nuestro sistema límbico presiente que nos encontramos ante un peligro inminente. 
En vez de esperar a que entremos en actividad física que eleve nuestra temperatura y que provoque la correspondiente sudoración para calmarla, el cuerpo se anticipa provocando una sudoración que generalmente  sentimos más fría de lo normal.

¿Es realmente efectiva?
La sudoración de la frente es un indicio claro de que la persona está nerviosa. 
¿Nerviosa por qué?, se preguntarán. 
Puede que lo esté simplemente porque se siente acusada y está buscando exponer su explicación; o bien no tiene ninguna explicación y tiene que inventarla.
El problema es que en ese momento la persona que está siendo “acusada” entra en un círculo vicioso psicológico en el que le es imposible generar palabras coherentes puesto que su cerebro está dividido entre 
a) Alarmar sobre el peligro del momento
b) determinar la intención y reacciones de su interlocutor 
c) Desarrollar la mentira. Si a todo esto añadimos el hecho de que ya está nervioso y no puede pensar con claridad, es muy factible que termine metiendo la pata o simplemente confesándolo todo.
Este fenómeno de la frente perlada viene especialmente acompañado de los ojos fijos y la voz ahogada, ambas explicadas más adelante.

¿Cómo podemos asegurarnos de que funcione?
Debemos estar absolutamente seguros de que no hace el calor suficiente como para que la persona esté sudando. Una cuidadosa observación previa al “interrogatorio”, nos permitirá determinar si la piel de su sien está seca. Cuando la reacción al peligro lo invada, noten que la tez se volverá más clara (por compresión de los capilares) y… empezará a sudar.
Fuente:lenguajecorporal.org

¿Cómo detectar mentiras? #2: La boca que pica



Allan Pease, en su libro “el lenguaje del cuerpo”, explica cómo los gestos adultos son en realidad evoluciones de los movimientos automáticos de los niños (Las expresiones de emotividad, los movimientos exagerados de las manos, los ojos desmesuradamente abiertos…) todos rasgos infantiles inconfundibles llegan sin escalas a la adultez, cada vez más y más sutiles para llamar cada vez menos la atención.
como detectar mentiras, tocarse los labios
¿Qué hace un niño instintivamente cuando escucha una mentira, una grosería o algún vocablo impropio? 
Su reacción natural será la de taparse con ambas manos la boca, queriendo decir con este gesto “¡No puedo creer lo que estés diciendo!”. 
Al ir creciendo, esta manifestación se hace casi imperceptible y puede derivar en un simple toque de las comisuras de los labios o incluso la punta de la nariz.
“Un momento”, dirán ustedes, “En ese caso el niño se tapa la boca porque escucha una mentira, más no porque la dice.” Recuerden por un instante que el cerebro humano es propenso a “representar” sensaciones que no están realmente presentes; Si, por ejemplo, vemos a una persona mordisquear un limón, no podremos evitar sentir su gusto ácido en nuestra propia boca, que hasta podría salivar. De la misma manera, intercambiamos el gesto de las manos que se llevan a la boca cuando otra persona miente, por nuestra propia mentira articulada.

¿Es realmente efectiva?
Está científicamente comprobado. De todos los “micropicores” definidos por Phillippe Turchet en el libro “El lenguaje de la seducción”, el de las comisuras de los labios y el de la punta de la nariz están íntimamente relacionados con el mentir.

¿Cómo podemos asegurarnos de que funcione?
Simplemente basta con imaginarse un triángulo sobre la boca y nariz de nuestro interlocutor, estar pendientes si en algún momento se acerca las manos a él.
Una de las ventajas en cuanto a la precisión de este “indicio” de la mentira es que los nervios que causan esa picazón en los labios rara vez son afectados por una alergia. 
La nariz puede dispensarse en algunos casos de resfriado común o reacción a un olor fuerte; pero los labios, al ser tocados, no pueden mentir. La persona está insegura de lo que está diciendo; ya sea que esté creando todo un argumento, o simplemente esté pensando en cómo demostrar su inocencia, las comisuras de los labios son implacables.
Fuente:lenguajecorporal.org

¿Cómo detectar mentiras? #1: Repetir la pregunta


La primera lección sobre cómo detectar mentiras es bastante fácil de identificar, la llamaremos “Repetir la pregunta”


Repetir la pregunta que nos hacen es sospechoso


¿En qué consiste? como su nombre lo indica, tiene dos manifestaciones posibles:
1) Le hacemos una pregunta sencilla a una persona y ésta la repite total o parcialmente, como si no nos hubiese escuchado o entendido.Por ejemplo, un diálogo clásico:

Andrea: “¿Se puede saber dónde estabas tú anoche?”
Beto: ¿Anoche? / ¿Que dónde estaba yo anoche? / ¿Quién, yo?

En cualquiera de los casos, los centros de procesamiento del cerebro están siendo puestos en funcionamiento de manera sorpresiva, y con el pleno conocimiento de que a una pregunta sencilla debe seguirle una respuesta sencilla, la mente necesita valiosas décimas de segundo para articular una respuesta no comprometedora.  ¿Cómo ganar tiempo? repite la pregunta.  Es algo que hacemos casi instintivamente.

2)Complementar la respuesta con la pregunta misma.Digamos que no repetimos literalmente la pregunta, sino que la “adjuntamos” a una respuesta que debería ser, a todas luces, sencilla.  Por ejemplo:

Andrea: “Amor, ¿Le pusiste comida al perro?”
Beto: “Uhm, Sí amor, yo le puse comida“

Luego de una respuesta así, esperemos que Beto se asegure de que Fido no se muera de hambre.  El incluir la pregunta original como una coletilla de la respuesta (que en este caso podría ser simplemente “Uhm, Sí amor“) es señal que el centro del lenguaje quiere sonar convincente, cosa que no ocurre cuando nos preguntan nuestro nombre, por ejemplo.
Fuente:lenguajecorporal.org

martes, 29 de noviembre de 2011

AUTOCRÍTICA


La autocrítica actua commo la espada de Damocles. Si se blande adecuadamente puede ayudarnos a mejorar como personas pero si asume su aspecto más negativo puede ser devastador.Me refiero a al autocrítica que no es constructiva, aquella que nos dice que : "no somos lo suficientemente buenos".






Cualquier tipo de autocríticabasada en la idea de que no somos suficientemente buenos es totalmente contraproducente y suele provocar graves daños a las relaciones interpersonales y de pareja ¿Por qué?
En primer lugar, esta creencia se convierte en una escusa para evitar los conflictos, la idea de que no somos suficientemente buenos simplemente se convierte en una forma de evadir las responsdabilidades, evitar centrarnos en el conflicto, evitar ataduras personales y por ende jamás se hallará una solución para el mismo. 


Asumir que no somos la persona indicada es una opción sencilla y rápida pero realmente no soluciona nada sino que contibuye a mantener las cosas en su estado actual y pésimo. 


Por otra parte, asumir esta forma de autocrítica negativa no nos permite cambiar y aprender de los errores. Es una suerte de creencia pesimista que afirma: 
-"soy malo y inadecuado y no puedo hacer nada para cambiarlo". 


Obviamente, en una relación de pareja asumir esta actitud puede ser altamente pejudicial ya que esto presupone que lo otra persona será quien deba asumir todo el esfuerzo de adecuarse a nuestras peculiaridades. 


Finalmente este tipo de autocrítica propicia el desarrollo de una autoestima muy baja ya que no asumimos que no somos buenos en una tarea especifica sino que pensamos que, como personas, no somos adecuados. 


Existe una diferencia sutil pero trascendental entre reconocer que no somos suficientemente buenso para jugar a fútbol o hacer manualidades y afirmar que "no somos personas suficientemente buenas". En el primer caso estamos reconociendo una debilidad que podría potencialmente ser absurda, en el segundo caso asumimos una actitud derrotista donde nos calificamos como una persona no merecedora de la estima de los otros.



jueves, 10 de noviembre de 2011

¿Te sientes solo? Toma un baño caliente

 Todos sabemos que sumergirse en una bañera con agua caliente y sales perfumadas es un placer para los sentidos que contribuye a relajarnos. No obstante, ahora investigadores de la Universidad de Yale afirman que tomar un baño de este tipo también tiene sus efectos sociales. ¿Cómo? Simplemente actuando como un factor compensador del aislamiento social.

Los investigadores analizaron a un total de 51 estudiantes y apreciaron que aquellos que se sentían más solos también tendían a tomar un baño en agua caliente con más frecuencia y a demorarse más en este ritual. Los resultados fueron tan curiosos que ampliaron la muestra con 25 hombres y 16 mujeres pero los resultados no variaron sino que confirmaron la correlación inicial: mientras más solas se sentían las personas, no solo tomaban más baños relajantes sino que estos eran más largos y preferían el agua más caliente.

Obviamente, en este punto muchos pueden pensar que las personas solitarias simplemente disponen de más tiempo por lo que pueden darse estos pequeños caprichos. Por esta razón, a los investigadores lo que les resultó más interesante fue el hecho de que el aislamiento social se relacionase con la temperatura del agua.

Así, se puso en práctica otro experimento. En esta ocasión a las personas se les hacía pensar que participaban en un estudio sobre los efectos terapéuticos del agua (contenida en una pequeña bolsa que debían sostener en la palma de su mano con agua caliente o fría). Posteriormente cada participante debió rellenar un cuestionario donde se evaluaba el grado de soledad que sentían. Asombrosamente, aquellos que habían sostenido por algunos minutos la bolsa de agua fría referían sentirse más solos, en comparación con quienes habían estado en contacto con el agua caliente.

Para eliminar toda duda posible, los investigadores realizaron otro experimento. En esta ocasión le pidieron a los participantes que recordasen situaciones donde se habían sentido excluidos socialmente. Después se les pidió que sostuvieran la bolsa de agua fría o caliente, según fuera el caso. Luego, respondieron a un cuestionario donde se evaluaba su necesidad de socializar, preguntando cuán dispuestos estarían para ir a una fiesta o de compras con los amigos. Al final, pudo apreciarse que quienes habían sostenido la bolsa de agua caliente mostraban una necesidad mucho menor de socializar y se sentían menos solos. ¿Por qué? Los investigadores explican que el calor disminuye la sensación de distrés provocada por el aislamiento y la soledad.

Probablemente estos psicólogos solo han descubierto el “agua tibia” ya que en nuestro argot popular la importancia de la temperatura se demuestra en muchas frases como: “una sonrisa cálida” o “un hombro frío”. De hecho, existe una investigación anterior que demostró que las personas entrevistadas en una habitación cálida eran más extrovertidas y dispuestas a colaborar mientras que una habitación fría promovía el aislamiento y la apatía.

No obstante, lo interesante del estudio radica en cómo, sin ser conscientes de ello, tendemos a mostrar una suerte de mecanismo compensatorio ante la soledad y el aislamiento involucrándonos en una serie de actividades tan cotidianas como tomar un baño. En el mientras, ya sabes que cuando te sientas solo, tomar un baño caliente puede ser de ayuda.

lunes, 17 de octubre de 2011

COMO ELIMINAR LA ANSIEDAD PRE-EXAMENES


Todos nosotros, alguna que otra vez nos hemos enfrentado a la ansiedad ante los exámenes, ya sean las pruebas escolásticas, el examen de conducción o un test laboral. Esta ansiedad proviene en gran parte del hecho de que nos sentimos valorados, sabemos que se juzgará nuestro desempeño y deseamos obtener el mayor puntaje posible.
No obstante, hay personas que sienten tal ansiedad que esta les impide lograr una buena calificación, aún cuando son capaces y manejan todas las informaciones necesarias para pasar con éxito la prueba.

Algunas personas, en aras de calmarse, recurren a los psicofármacos o a la terapia floral. Otras más conocedoras de la psiquis humana se someten a una sesión de relajación pero lo cierto es que existe una técnica aún más sencilla para vencer la ansiedad ante los exámenes: escribir en un papel las sensaciones que estamos experimentando.

Un estudio recientemente publicado en la revista Science y desarrollado en la Universidad de Chicago ha venido a demostrar experimentalmente la eficacia de esta técnica.

Los investigadores sometieron a un grupo de estudiantes universitarios a dos pruebas de tipo matemático. La primera se utilizó como prueba control para determinar el desempeño de base y en el segundo examen se le puntualizó que los resultados obtenidos se añadirían a sus notas de escuela.

Lo interesante fue que a la mitad de los estudiantes se les pidió que escribieran sus miedos apenas diez minutos antes de aplicarle el test. ¿Cuál fue el resultado?

Los estudiantes que escribieron sus preocupaciones obtuvieron un puntaje mejor en comparación con el primer test, específicamente, un 5% mejor. Sin embargo, los estudiantes que simplemente se enfrentaron al examen con el estrés añadido puntuaron peor, exactamente un 12%. Este hecho no solo confirma que el miedo y la ansiedad disminuyen nuestro desempeño sino que escribir sobre nuestros estados de ánimo nos permite controlar nuestros miedos. ¿Por qué?

Una de las explicaciones posibles es que escribir sobre nuestros estados de ánimo nos permite reflexionar sobre sus causas y asumir cierta distancia de los mismos. De esta manera nos percatamos que muchos de nuestros temores no tienen un verdadero sentido por lo que somos capaces de vencerlos. Probablemente por esta razón, cuando aún no existía la Psicología, ya las personas tenían la costumbre de realizar diarios pues conocían el poder terapéutico del lápiz.

jueves, 13 de octubre de 2011

10 técnicas prácticas para mejorar tu voz al teléfono

Un estudio de la empresa Plantronics determinó que nuestras conversaciones telefónicas han cobrado especial  importancia para nuestras relaciones profesionales, y las negociaciones por esta vía se han hecho cada vez más comunes.  Si hablamos de lenguaje corporal, no podríamos decir que nuestros gestos tienen una influencia directa… Pero nuestro tono de voz cobra una importancia crucial.  He aquí diez técnicas que te ayudarán a perfeccionar tu voz al teléfono:



- Sonríe mientras hablas: Es una sensación muy agradable cuando “sentimos” que nuestro interlocutor está sonriendo al hablar con nosotros.

- Mantén la barbilla en alto: Cuando tu barbilla desciende hacia tu pecho, pasan un par de cosas: tu voz se vuelve más gutural y apagada y te costará respirar; créeme, quieres evitar ambas situaciones.

- Haz apuntes antes, durante y después de la llamada: Cuando es una llamada de negocios, no olvides establecer un “Guión” y practicarlo.  Siempre ten un papel y un lápiz a mano, y así evitarás hacer pausas incómodas para organizar tus pensamientos o buscar con qué tomar apuntes.   Pero ojo, !no se trata de sonar robótico o monótono!

- Usa un volumen un poco más alto de lo normal: Es muy probable que la otra persona no pueda escucharte con suficiente claridad; para evitarle la molestia de decirte que repitas (y que hables con más fuerza), adapta tu voz a un volumen relativamente alto sin que te “canses” al hablar.  La respiración es fundamental en este caso.

- Mantén una temperatura correcta: Una habitación u oficina demasiado fría te hará sonar rasposo en pocos minutos.  Demasiado calor y te agotarás más rápido.

- Evita los ruidos ambientales: No sólo te distraerán a tí, sino a tu interlocutor.  Asegúrate que la protagonista de la conversación sea tu voz y no el tráfico de la hora pico.

- Hidrátate con frecuencia: Bebe agua con regularidad, te ayudará a resistir conversaciones más largas y negociaciones difíciles.

- No apoyes el teléfono en el hombro: Aumentará tu estrés al ser una posición de mucha tensión y tu voz sonará distinta.  Si tienes que hacerlo con frecuencia, usa un dispositivo manos libres.

- Asegúrate de que tu interlocutor intervenga: No todo es hablar, hablar y hablar; si agotas tu “Guión” demasiado pronto, la persona con quien hablas no sentirá que tiene mucho que decir.  Trata de involucrarl@ activamente en la conversación, de esa manera no apresurarás el final del diálogo y tendrás más herramientas para negociar.  Todo esto redundará en una voz más segura.

- No te apresures: Trata de mantener la calma siempre y no atropelles las palabras; casi siempre debemos hablar más lentamente de lo que creemos, pues la ansiedad puede llevarnos a “correr” un poco.
Repasa tu voz grabándote y escuchándote:  Una vez que te sientas preparado, grábate mientras hablas con alguien.  ¿En qué momentos dudaste? ¿Disminuiste el tono de voz en algún punto?.  Recuerda que la práctica hace al maestro.

miércoles, 5 de octubre de 2011

10 señales para detectar el lenguaje corporal de los celos


Celos, malditos celos

Existen muchos tipos de celos, pero me concentraré en el referido al corazón; ése que puede incluso paralizarnos en un momento dado.  ¿Cómo es el lenguaje corporal de una persona celosa? He aquí 10 pistas para descubrirlo.
1 – Cara inexpresiva, cuello y mandíbulas tensos: En el caso de los hombres es común el ceño fruncido, pero en las mujeres ocurre lo opuesto:  el rostro permanece serio e inexpresivo, pues no pretenden “revelar” lo que sienten en ese momento.  Ambas manifestaciones son “opuestas” a su manera natural de expresarse, pues los hombres generalmente somos parcos con nuestra cara y las mujeres pueden narrar una historia con la suya.
2 – Manos cerradas:  El mismo reflejo de “posesión”, hace que los dedos se cierren, aunque el puño no llegue a apretarse.  Quizá imagina que rodea el cuello de la persona…
3 – Respuestas con monosílabos: “Sí”, “No”, “Ujum”, de repente se vuelven parte integral del léxico.
4 – Respiración profunda:  Esa ansiedad provoca un ahogo producto de una respiración más superficial.  Algunas palabras pueden atropellarse e inclusive el habla puede hacerse ligeramente trabajosa.
5 – Bloqueos más frecuentes.  Si quien cela se encuentra separado del celado, será más probable que se cruce de brazos y piernas, trantando de esconder sus sentimientos bajo una “cáscara” protectora.
6 – Tratar de “rodearte”.  Si se encuentra cerca, la persona tratará de rodear con un brazo, o ambos, a la persona que quiere “proteger” de esa invasión externa (aún cuando no acostumbre hacerlo en público).
7 – La conversación se vuelve una serie de preguntas:  Al comunicarse, las preguntas van en un sólo sentido, tratando de
8 – Altivez en presencia de la “competencia”.  Para ambos sexos, el pecho afuera, la barbilla en alto y las manos en la cintura manifiestan la necesidad de hacerse notar.
9 – Reproches sin razón aparente.  Aún cuando nieguen rotundamente cualquier relación con los celos, un cambio de humor nos da una pista sobre el conflicto interno (en otras palabras, quiere matarte).
10 – Tono de voz más “seco” de lo norma: Ese fenómeno vocal cuando “cortamos” las palabras apenas las pronunciamos (en vez de encadenarlas suavemente una tras otra), se hace manifiesto bajo condiciones de celos. Fuente:lenguajecorporal.org

martes, 27 de septiembre de 2011

LAS TRES FASES PARA LEER EL LENGUAJE CORPORAL


Una duda común al iniciarse en el estudio del lenguaje corporal es: 
-¿Por dónde comienzo a “leer” cuando veo a una persona? 
-¿Cómo recordar tantas reglas?
 El secreto es seguir tres fases perfectamente diferenciadas que hacen de la interpretación no verbal una tarea mucho más fácil de acometer.

Primera fase (el “feeling” general):

Al principio debemos estudiar la postura general del cuerpo del individuo. Normalmente, cuando una persona o situación ha captado nuestro interés, nos acercamos o hacemos gestos de aproximación (movemos nuestras manos hacia la persona, muy sutilmente).  Sin embargo, si la situación es desagradable, ocurre lo contrario; nos alejamos.

Segunda fase (Aquí y allá):

La manera como utilizamos nuestros brazos, piernas, pies y manos nos puede dar la siguiente pieza de información.  No es difícil, aún para un novato en estas lides, poder determinar a través de las expresiones con las manos si una persona se encuentra relajada (movimientos asimétricos a velocidad media) o tensa (movimientos más rápidos).

Tercera fase (Los pequeños detalles):

La cara o el cuerpo son profusos en micromovimientos que sólo podemos detectar con suficiente práctica, como el alzar las cejas, sonrisas rápidas y gestos repetitivos con las manos.  Hay que prestar especial atención a los micropicores, que duran menos de cinco segundos y pueden manifestarse en cualquier parte del cuerpo o la cara.
Para Turchett, los micropicores faciales son un factor clave para saber si una persona se encuentra a gusto ante una situación o persona.   Por ejemplo, en una situación agradable, nos rascaremos el párpado inferior o la parte superior de la mejilla, en un movimiento inconsciente que trata de “abrir” el ojo al estímulo que tenemos enfrente. Por el contrario, si estamos incómodos nos rascaremos el párpado superior buscando bloquear nuestra visión de la situación , en un intento psicológico de evadir la realidad.

También es importante destacar las diferencias entre el lenguaje de gestos que se desarrolla con la parte izquierda del cuerpo y el que se lleva a cabo con la derecha, pues como recordarán, el hemisferio derecho controla la mitad izquierda del cuerpo y el hemisferio izquierdo controla la derecha.  Dicho esto, y recordando la “personalidad” de cada hemisferio (el izquierdo se encarga del lenguaje y de los detalles; mientras que el derecho gestiona en mayor medida las emociones, la intuición, y la abstracción), al observar la gestualidad los gestos a la derecha responderán a la razón,  mientras que los de la mitad izquierda estarán más relacionados con las verdaderas emociones.

Leer el lenguaje corporal no es fácil al principio; pero se te hará más fácil si sabes diferenciar una sonrisa falsa de una verdadera o si conoces los diez mandamientos de una imagen persuasiva.

sábado, 10 de septiembre de 2011


Sentirse solos es difícil de sobrellevar ya que las personas somos por naturaleza seres sociales. No por gusto se afirma que nuestros mejores momentos vienen de la mano de las relaciones interpersonales e incluso existen muchísimos estudios que han demostrado que los enfermos que tienen una buena red de apoyo social pueden curarse con más rapidez y tener una mejor calidad de vida. Así, por muy independiente que logre ser una persona, siempre necesitará del calor humano.
No obstante, el hecho de que las familias sean más pequeñas y que la vida cotidiana nos sobrecargue de roles provoca que no siempre se pueda disponer de tiempo para pasarlo en compañía. De esta forma, poco a poco, nos vamos quedando solos o vamos dejando solo a alguien. Entonces aparece la soledad con mayúsculas. En este caso puede hablarse de una soledad no deseada, que está estrechamente vinculada a las emociones negativas y al miedo.

Por ejemplo, se conoce que muchas de las personas que experimentan la soledad realmente tienen problemas con sus competencias sociales. En la base existe el miedo a compartir con los otros y este les compulsa a retraerse impidiéndoles establecer relaciones interpersonales verdaderamente sólidas.

También puede evidenciarse la soledad repentina que es producto de la muerte de la persona (o personas) más cercana o la ruptura con la misma. Finalmente, existe la soledad en compañía que se refiere a pertenecer a un grupo pero no sentirse parte del mismo porque no se comparten sus valores y formas de pensar. En estos casos las personas se guardan todas sus ideas y sentimientos y la situación puede llegar a ser realmente frustrante.

Cuando se experimenta la soledad no deseada la persona siente un miedo profundo y le invade la sensación de que su vida no es importante. En los momentos de soledad existe mucho tiempo para reflexionar y a veces las respuestas que podemos hallar no son del todo positivas por lo que puede aparecer la depresión.

Es importante distinguir entre dos tipos de soledad:

-La soledad emocional: referida a la ausencia de una relación profunda con otra persona que satisfaga nuestras necesidades de seguridad y afecto.

-La soledad social: referida a la no pertenencia a ningún grupo con el cual compartir intereses y valores.


Estrategias para combatir la soledad

1. Diagnóstico. Conocer qué tipo de soledad estamos atravesando es vital para comprender hacia donde dirigir nuestros pasos. Debes precisar si te sientes solo porque no tienes un grupo de amigos con el cual compartir tus ideas o si lo que echas en falta es un amigo íntimo o una relación amorosa.

2. Eliminar la timidez y abrirse al mundo. Muchas personas se encuentran solas porque son tímidas. Simplemente no se acercan a las personas y por ende, no tienen posibilidades de conocer a nadie profundamente. Probablemente te asombrarías si supieses cuantas personas agradecerían una buena conversación que les alegrase el día.

3. Salir del papel de víctimas. Quienes experimentan la soledad a menudo buscan una serie de explicaciones para su estado que no son sino racionalizaciones. El hecho de que siempre nos hemos relacionado de una forma no significa que es la única manera posible de hacerlo ni que lo continuaremos haciendo en un futuro. La posibilidad de cambiar siempre está a la vuelta de la esquina siempre que exista una motivación y se ponga empeño.

Finalmente, sin importar cuál es el tipo de soledad por la cual se esté atravesando; debemos enfrentarla como una fase transitoria de nuestra vida que puede ser útil para redescubrirnos, reflexionar y cambiar.


Sentirse bien en soledad

La soledad no siempre es un estado dañino, existen personas que la buscan como una valiosa consejera para tomar sus decisiones más importantes. En este caso se trata de la soledad deseada por lo que este estado no se relaciona con la tristeza sino que es una elección personal.

Normalmente elegir la soledad durante algunos periodos de tiempo es positivo ya que nos brinda tiempo para alejarnos de los estereotipos y creencias que nos rodean y que en muchas ocasiones llegan a determinar nuestra vida sin apenas percatarnos de ello. Los periodos de soledad nos sirven para dar un paso atrás, mirar nuestra vida en restrospectiva y planear el futuro.

Estar solos, sin darles explicaciones a nadie, simplemente disfrutando de aquellas cosas que más nos apetecen lejos de las obligaciones cotidianas puede ser altamente terapéutico y es un ejercicio al que deberíamos someternos más a menudo, sobre todo si llevamos profesiones altamente estresantes.