¿Han notado cómo una persona que se siente amenazada,
empieza a sudar copiosamente?
Aún cuando escasos segundos antes tenía una
frente ligeramente seca, ahora la vemos profusamente perlada producto de… el
nerviosismo.
Esta reacción es provocada de manera natural por la amígdala
cuando nuestro sistema límbico presiente que nos encontramos ante un peligro
inminente.
En vez de esperar a que entremos en actividad física que eleve
nuestra temperatura y que provoque la correspondiente sudoración para calmarla,
el cuerpo se anticipa provocando una sudoración que generalmente sentimos más fría de lo normal.
¿Es realmente efectiva?
La sudoración de la frente es un indicio claro de que la
persona está nerviosa.
¿Nerviosa por qué?, se preguntarán.
Puede que lo esté
simplemente porque se siente acusada y está buscando exponer su explicación; o
bien no tiene ninguna explicación y tiene que inventarla.
El problema es que en ese momento la persona que está siendo
“acusada” entra en un círculo vicioso psicológico en el que le es imposible
generar palabras coherentes puesto que su cerebro está dividido entre
a)
Alarmar sobre el peligro del momento
b) determinar la intención y reacciones
de su interlocutor
c) Desarrollar la mentira. Si a todo esto añadimos el
hecho de que ya está nervioso y no puede pensar con claridad, es muy factible
que termine metiendo la pata o simplemente confesándolo todo.
Este fenómeno de la frente perlada viene especialmente
acompañado de los ojos fijos y la voz ahogada, ambas explicadas más adelante.
¿Cómo podemos asegurarnos de que funcione?
Debemos estar absolutamente seguros de que no hace el calor
suficiente como para que la persona esté sudando. Una cuidadosa observación
previa al “interrogatorio”, nos permitirá determinar si la piel de su sien está
seca. Cuando la reacción al peligro lo invada, noten que la tez se volverá más
clara (por compresión de los capilares) y… empezará a sudar.
Fuente:lenguajecorporal.org
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