jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Cómo detectar mentiras? #5: Justificarse innecesariamente


Una de las recomendaciones que hacen los abogados a las personas que están siendo interrogadas, bien sea en una comisaría o en un juicio, es el de ser fríamente concretos.  “Sí” o “No” son las respuestas adecuadas; si hay que responder con una frase completa, debe hacerse lo más sencilla posible y responder exactamente lo que están preguntando. Si te preguntan 
-“¿Dónde estuvo usted la noche del martes?“, nuestra respuesta debe ser de menos de cuatro palabras. 
-“En la discoteca tal o cual“.Punto.
 justificarse es un indicio que se está mintiendo
Criminólogos, abogados, psicólogos, psiquiatras y demás profesionales afines conocen perfectamente la razón de esta recomendación. 
Cuando nos sentimos culpables por una u otra razón, o cuando estamos nerviosos porque queremos demostrar nuestra inocencia o eficiencia, tendemos a… justificarnos innecesariamente.

¿Qué podemos definir como una justificación innecesaria? todo detalle que busca probar lo que estamos diciendo.  Por ejemplo, un criminal que tenga una coartada para “el martes en la noche”, la espetará completa sin que se lo soliciten, con tal de que lo dejen en paz de una vez.  
Y aquí es cuando los especialistas nos damos cuenta si ha estado practicando la respuesta; una persona que realmente tiene que “recordar”, se toma su tiempo en estructurar los detalles.  No tiene que practicar nada, puede responder calmadamente, pues está hablando con la verdad.
Entonces ¿Qué ganamos hablando más de la cuenta?.  Absolutamente nada.  De hecho perdemos mucho, pues damos detalles muchas veces innecesarios que ayudarán a un interrogador sagaz a contradecirnos eventualmente, incluso si estamos diciendo la verdad.

¿Cómo es posible? el nerviosismo es el culpable.  Si la respuesta a la pregunta fuese 
-“Estaba en la discoteca… con Juan y María“, y en realidad Juan sólo nos acompañó diez minutos y se fue, entonces quien nos interroga podría alegar que 
-“A las 9:30 p.m. Juan se encontraba en casa de su mamá. ¿Cómo es posible que estuviese con usted en la discoteca?“.  
Ahí toca justificar aún más.  Diríamos (aún más nerviosos) -
-“Ah, es que él se marchó a las 9:10… no volví a saber de él”.  
Y por ahí nos vamos. ¿Se imaginan si a las 9:45 le enviamos un mensaje de texto a Juan y lo olvidamos? Todo se complica.

Y todo por culpa de… justificarnos innecesariamente.

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