Ésta es la lección para detectar mentiras más fácil de
implementar. Cuando una persona miente o
está inventando algo, su tono y volumen de voz disminuyen dramáticamente, casi
en un 50%. De hablar con una correcta
modulación, pasa de repente a bajar la voz con discreción, y de nuevo a un tono
de voz normal.
¡Inclusive, puede ocurrir varias veces a lo largo de frases
concatenadas!
Trata de identificar, a
medida que tu interlocutor se expresa, las subidas y bajadas de tono; pon
atención a qué detalles estaba explicando n el momento que disminuyó el volumen
al hablar; Apunta maquiavélicamente tus próximas preguntas a estos detalles que
tu “víctima” quiere pasar por debajo de la mesa.
En la misma medida que el tono de voz oscila con las
mentiras, hay otro detalle vocal que no puede restársele protagonismo: tragar
saliva.
Éste es un proceso automático
que hacemos todo el tiempo, pero si estamos nerviosos lo hacemos casi
deliberadamente, y se nota.
Los cómics
han sido bastante explicativos al respecto, pues el gesto clásico del personaje
aterrado que debe halarse el cuello de la camisa para poder tragar saliva con
la parsimonia que lo caracteriza, está firmemente arraigado en nuestro léxico
corporal.
Pero esta clave está más allá de una simple viñeta
infantil.
Es un hecho que las personas,cuando estamos nerviosas, necesitamos (conscientemente) tragar saliva.¡Ojos
pendientes de la garganta de tu interlocutor!
Es más fácil si el sujeto es hombre, pues la manzana de Adán
es una especie de bandera gigante que nos permitirá presenciar este fenómeno a
plenitud.
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