Allan Pease, en su libro “el lenguaje del cuerpo”, explica
cómo los gestos adultos son en realidad evoluciones de los movimientos
automáticos de los niños (Las expresiones de emotividad, los movimientos
exagerados de las manos, los ojos desmesuradamente abiertos…) todos rasgos
infantiles inconfundibles llegan sin escalas a la adultez, cada vez más y más
sutiles para llamar cada vez menos la atención.
¿Qué hace un niño instintivamente cuando escucha una
mentira, una grosería o algún vocablo impropio?
Su reacción natural será la de
taparse con ambas manos la boca, queriendo decir con este gesto “¡No puedo
creer lo que estés diciendo!”.
Al ir creciendo, esta manifestación se hace casi
imperceptible y puede derivar en un simple toque de las comisuras de los labios
o incluso la punta de la nariz.
“Un momento”, dirán ustedes, “En ese caso el niño se tapa la
boca porque escucha una mentira, más no porque la dice.” Recuerden por un
instante que el cerebro humano es propenso a “representar” sensaciones que no
están realmente presentes; Si, por ejemplo, vemos a una persona mordisquear un
limón, no podremos evitar sentir su gusto ácido en nuestra propia boca, que
hasta podría salivar. De la misma manera, intercambiamos el gesto de las manos
que se llevan a la boca cuando otra persona miente, por nuestra propia mentira
articulada.
¿Es realmente efectiva?
Está científicamente comprobado. De todos los “micropicores”
definidos por Phillippe Turchet en el libro “El lenguaje de la seducción”, el
de las comisuras de los labios y el de la punta de la nariz están íntimamente
relacionados con el mentir.
¿Cómo podemos asegurarnos de que funcione?
Simplemente basta con imaginarse un triángulo sobre la boca
y nariz de nuestro interlocutor, estar pendientes si en algún momento se acerca
las manos a él.
Una de las ventajas en cuanto a la precisión de este
“indicio” de la mentira es que los nervios que causan esa picazón en los labios
rara vez son afectados por una alergia.
La nariz puede dispensarse en algunos
casos de resfriado común o reacción a un olor fuerte; pero los labios, al ser
tocados, no pueden mentir. La persona está insegura de lo que está diciendo; ya
sea que esté creando todo un argumento, o simplemente esté pensando en cómo
demostrar su inocencia, las comisuras de los labios son implacables.
Fuente:lenguajecorporal.org
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