martes, 22 de mayo de 2012
La meditación como parte de la vida diaria
Cuando hablamos de meditación, existe la asociación con algo
religioso, porque su procedencia tiene origen en el Hinduismo
y el Budismo, más allá de este hecho, nos referimos à la
Meditación, como las diferentes prácticas de recogimiento
interior, donde el ser se entrega a su intimidad, desconectando
de la tecnicidad que nos atrapa con hábitos permanentes para
poder funcionar en una sociedad establecida culturalmente.
El hecho de no atender ese lugar íntimo “el verdadero ser”,
estando en la permanencia del afuera, ocupándonos de las reglas
para poder funcionar dentro de este colectivo, ese día a día que
nos estresa, que nos avasalla, que nos invade de
pensamientos; va creando un extravío, una insatisfacción, una
ausencia de nosotros mismos, un vacio difícil de llenar, porque
quien lo ocupa somos nosotros y estamos fuera, buscando un no
sabemos que, en no sabemos dónde.
Ese desasosiego aumenta y crea una turbulencia mental, llena de
pensamientos guiados por el ego, desde donde domina y controla
con permanencia cualquier estado de ánimo, creando emociones
como respuestas subjetivas al entorno, produciendo cambios
fisiológicos, funcionales, nerviosos…
La Meditación forma parte de las ayudas que podemos
incorporar a nuestra vida diaria. Ese encuentro íntimo
cotidiano con nuestro ser, permite llegar a vernos desde otro
lugar, a conocernos diferente, a entablar contacto desde otras
perspectivas, desde el amor a uno mismo, reencontrándonos en
ese camino, sabiendo que formamos parte de la unidad à la que
intuimos pertenecer.
Son muchos los beneficios que nos puede aportar la meditación,
en lo físico, emocional y mental, porque están íntimamente
relacionados; desde el mejoramiento de la concentración, la
memoria, el sistema inmunitario, el dominio de la inteligencia
emocional, la forma de relacionarnos con los demás, el estrés,
el cambio de hábitos perjudiciales para la salud (alcohol, tabaco).
Hay elementos importantes que ayudan, y se pueden utilizar en
la meditación; las prácticas de relajación y de concentración, el
manejo de la energía y el control respiratorio, entre otros.
La respiración es uno los factores importantes en la meditación,
no es solo aire y pulmones, si no la interacción con nuestras
emociones, la adquisición de energía vital a través del aire que
respiramos;” desde la mirada hinduista es una forma física de los
planos sutiles de la existencia”. Según como la vinculemos
a nuestro organismo nos sentiremos mejor o peor con
nosotros y con el entorno próximo, quiero decir que depende de
cómo respiremos, nuestros estados de ánimo cambian, en otras
palabras la respiración contacta con nuestras emociones.
Por ejemplo podemos comprobar, que la respiración es una de
las primeras funciones que se modifica, cuando estamos bajo el
efecto del estrés; Esta se hace rápida, corta e irregular.
¿Cuántas veces nos hemos detenido a pensar, en cambiar la
respiración y hacerla más larga y pausada en un momento de
agobio, de máxima tención, o de pánico? Muy pocas veces,
o mejor dicho casi nunca ¿verdad? Lo que hacemos es empeorar
la situación, en el mejor de los casos respiramos rápida,
entrecortada e irregularmente, pudiendo llegar a una
hiperventilación; en el peor de los casos nos quedamos
paralizados, detenemos la respiración, el oxígeno no es
suficiente, la circulación sanguínea se hace más lenta (nos
ponemos pálidos) y podemos desmayarnos.
La respiración es el instinto más primario con el que nacemos.
En los primeros años de vida se usa la plena capacidad de los
pulmones, se hace sin ningún esfuerzo, pero cuando vamos
creciendo y llegamos à la edad adulta, muchos olvidamos esa
práctica natural, a causa de una salud deficiente, del estrés, las
prisas, las posturas y los malos hábitos creados.
Inconscientemente retenemos la respiración o contraemos el
cuerpo, de tal manera que condicionamos el flujo del aire.
Si cuidamos, o mejor dicho si trasformamos nuestros hábitos
respiratorios, lograremos cambios muy beneficiosos en la salud,
no solo a nivel emocional como ya hemos visto, sino físicamente,
porque al respirar de forma correcta hay un mejor consumo,
aprovechamiento y desplazamiento de oxigeno, hacia las células
que componen nuestros órganos influyendo en su funcionalidad,
un buen aporte de oxígeno forma parte de la renovación celular.
La práctica diaria puede ir desde lo sencillo a lo complicado,
quiero decir, que hay múltiples y variadas formas de meditar,
dependiendo de las necesidades de cada persona y lo que quiera
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caminar en el proceso.
Un buen comienzo para hacer una práctica sencilla diariamente,
es ubicar un tiempo y un lugar, preferiblemente el mismo cada
vez, el que nos dedicaremos, desde los cinco minutos en
adelante.
Nos sentamos cómodamente, con el cuerpo relajado, la espalda
recta, hombros abajo llevados hacia atrás ligeramente para que
el pecho esté ensanchado, abierto y los pulmones tengan total
amplitud. Conectamos con la respiración, la observamos con
paciencia y sin premura y nos sumergimos en ella sin expectativa
alguna, dejando pasar tranquilamente los pensamientos que
puedan ir apareciendo.
Con la práctica continua, nos desprendemos de la noción del
tiempo trascurrido, alcanzamos un estado de atención serena,
capaz de trascender lo establecido, donde el cuerpo se
encuentra en reposo y relajado. Vamos avanzando lentamente
pero sin pausa en nuestro interior, contactando con ese ser real
que siempre espera que le atendamos, que le creamos, que lo
escuchemos, traspasando las barreras de las inseguridades, los
miedos, los impedimentos. Hemos nacido con un gran potencial
que espera ser utilizado para nuestro beneficio y el de los
demás, porque todos formamos parte de la misma unidad, donde
el conocimiento utilizado con sabiduría, es una aportación
poderosa para la trasformación y el despertar colectivo.
Con tantos beneficios que nos aporta la meditación, ¿que
esperamos para comenzar a transitar este sencillo camino? En la
constancia está el progreso. Animo, te invito a participar de este
continuo despertar.
Fuente: espaciohumano
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