jueves, 31 de mayo de 2012

¿Que significado tiene nuestra foto de perfil de facebook?


 Desde que surgiera la cámara fotográfica, sobre todo después de que aparecieron los modelos digitales, todos tenemos una extraña fascinación por capturar cada uno de los momentos significativos de nuestra vida. De hecho, una de las funciones psicológicas de las fotos es la de preservar la memoria autobiográfica, son un recordatorio permanente de lo que hemos sido y lo que hemos hecho.

Sin embargo, todo no es tan sencillo. Delante de una cámara nos sentimos observados y esto hace que, de una forma u otra, posemos. De manera consciente o no, intentamos proyectar una imagen más positiva de nosotros mismos. Claro, ¡nadie querría salir mal en una fotografía! Por eso no son pocos los psicólogos que afirman que detrás de una foto se oculta todo un mundo por descubrir.

En las redes sociales como Facebook, las fotos son una narrativa de nuestra vida a través de las cuales nos pueden seguir los pasos. No obstante, una de las más importantes es la foto del perfil. ¿Por qué hemos elegido esa precisamente y no otra? ¿Qué dice esta foto de nosotros mismos?


Algunos ejemplos

Echemos un vistazo a algunos ejemplos clásicos de las fotos que suelen aparecer en los perfiles de Facebook. Eso sí, aclaro que estas interpretaciones no deben ser tomadas al pie de la letra sino que son tan solo generalizaciones.

1. Perfectamente centrada: Eres un adulto maduro con confianza en ti mismo pero quizás un tin aburrido.

 


2. Retrato en la distancia. No deseas revelar tu propia personalidad, eres tímido y reservado. Probablemente escondas algún defecto físico que no quieres que los demás noten.

 


3. Foto de cuando eras niño. Piensas que todo tiempo pasado fue mejor, sientes una fuerte nostalgia por el pasado y probablemente continúas escuchando la misma música de hace décadas o usando los mismos vestidos. Definitivamente, no deseas cambiar.
 



4. Foto del hijo en ausencia del padre. Probablemente piensas que tener un niño ha sido la tarea más importante que has llevado a cabo en la vida. Y ser padres es algo hermoso pero recuerda que eres mucho más que eso.


 

5. Foto del matrimonio. Quieres dar la impresión de que eres una persona adulta y madura que sabe asumir sus responsabilidades. Pero… ¿lo eres realmente?

 


6. Foto en pareja. Indica que la otra persona es sumamente importante para ti. Probablemente estarías dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de mantener la relación porque ya no concibes la vida sin el otro.

 


7. Foto de un personaje de ficción. No deseas revelar tu propia identidad o eres de esas personas que se deja llevar fácilmente por la opinión de los otros. No te interesa hacer valer tus criterios y opiniones.

 


8. Caricatura. Esta elección puede interpretarse de dos formas: como un intento de mantener las distancias o como una persona que no se toma realmente en serio.

 


9. Foto artística. Normalmente son en blanco y negro y tienen el objetivo de gritarle al mundo que eres un pintor, escritor, poeta. Pero… ¿lo eres de verdad?

 


10. Foto de una fiesta con los amigos. Probablemente indica a una persona sugestionable que se pliega fácilmente a los deseos del grupo y que desea brindar una imagen extrovertida y abierta a las nuevas experiencias.

 



Si te quedan dudas…

Un estudio realizado en la Universidad de Texas realizó un experimento muy sencillo pero genial. Le pidió a una serie de estudiantes que evaluaran el perfil de cinco personas nuevas que habían acabado de conocer en Facebook y que intentaran brindar la mayor cantidad de datos posibles sobre su personalidad.

Posteriormente, los investigadores contactaron a las personas en cuestión y las sometieron a un test de personalidad. Asombrosamente, el perfil de Facebook fue de gran ayuda. Quienes debieron describir la personalidad de estas personas no se equivocaron mucho, sobre todo en las características relacionadas con la introversión/extroversión, la estabilidad emocional y la apertura a nuevas experiencias.

Fuentes:
Huang, C., and Park, D. (2012). Cultural influences on Facebook photographs. International Journal of Psychology; 1-10.
Mendelson, A.L.& Papacharissi, Z. (2010) Lookatus:

CollectiveNarcissisminCollegeStudentFacebookPhotoGalleries. TheNetworkedSelf:Identity,CommunityandCultureonSocialNetwork Sites. Routledge: ZiziPapacharissi.
Gosling, S. D.; Gaddis, S. & Vazire, S. (2007) Personality Impressions Based on Facebook Profiles.

jueves, 24 de mayo de 2012

Efecto Forer: La explicación al por qué creemos en el zodiaco

 El zodiaco es una de las formas de adivinación más antiguas que aún hoy subsiste y que tiene muchísimos adeptos. Aún si las personas conocen (o creo yo que conozcan) que existe una decimotercera constelación que no está contemplada en el zodiaco tal y como hoy se conoce y que se denomina Ofiuco, continúan creyendo en la veracidad de los doce signos zodiacales. ¿Por qué?

Una curiosa explicación al por qué las personas creen en el zodiaco es el Efecto Forer, también conocido como la falacia de validación personal. El Efecto Forer es un sesgo cognitivo y se refiere a que las personas tienden a dar su aprobación a aquellas descripciones personológicas que supuestamente han sido realizadas para ellos pero que en verdad sólo muestran detalles muy vagos que podrían ser aplicados a un gran número de personas.

En un estudio realizado en el año 1948 el psicólogo Bertram Forer le brindó a un total de 39 personas un análisis de personalidad único y les pidió que evaluaran cuán preciso era el mismo en una escala del 1 al 5, siendo 5 la puntuación máxima.

Este análisis estaba compuesto por 13 afirmaciones generales extraídas de los diferentes signos zodiacales, como por ejemplo:

“Tienes una gran necesidad de agradarle a otras personas y de que éstas te admiren”

“Tienes una tendencia a ser crítico contigo mismo”

“Te enorgulleces de ser un libre pensador y no aceptas las ideas de los otros sin las pruebas correspondientes”

Como puede apreciarse, realmente los enunciados son muy generales, aún así las personas afirmaron que eran muy precisos, alcanzando una media de 4,26. Este fenómeno ha sido replicado en otros tantos experimentos y se ha podido validar que entre el 80 y el 90% de las personas consideran que las afirmaciones generales son muy precisas para su caso. Obviamente, existen algunos aspectos que aumentan la veracidad percibida por las personas:

-Cuando se cree que el análisis se aplica sólo a él

-Cuando el análisis atribuye en su mayoría características positivas

-Cuando la persona cree en la autoridad y conocimiento del evaluador

Un truco antiquísimo que permite que las personas se reconozcan en afirmaciones vagas y generales radica en brindar características opuestas que cubran todo el comportamiento cotidiano de la persona; por ejemplo: “a veces eres extrovertido mientras que en otras ocasiones te comportas de manera introvertida”.

Otro de los trucos consiste en insertar afirmaciones que puedan aplicarse a la inmensa mayoría de la gente, como: “te gusta agradar a las otras personas”. O incluir oraciones donde se afirme que tenemos algunas capacidades sin desarrollar: “tienes un potencial considerable por desarrollar”; al fin y al cabo a todos nos gusta que adulen nuestro ego y esto nos provoca una ceguera a la realidad.

Lo cierto es que tendemos a aceptar aquellas afirmaciones en la misma medida en que deseemos que éstas sean reales y nos resulten suficientemente positivas y halagadoras. Otro factor que incide en el Efecto Forer es que en la actualidad debemos manejar demasiada información, la mayoría de la misma muy controvertida, y esto de cierta forma genera un vacío psicológico que nos vemos tentado a llenar con aquellas informaciones sencillas, positivas y esperanzadoras.

Debe tenerse en cuenta que cuando encontramos una creencia (o información) que resuelve una incertidumbre, esto nos predispone a confirmar y dar como verdadera la misma, desechando la evidencia contraria. Así, se dispara una suerte de mecanismo autoperpetuante que consolida el error original y le brinda una confianza excesiva a la creencia.


Fuentes:
Dickson, D.H. & Kelly, I.W. (1985). The ‘Barnum Effect’ in Personality Assessment: A Review of the Literature. Psychological Reports, 57, 367–382.
Forer, B.R. (1949). The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility. Journal of Abnormal and Social Psychology, 44, 118–123.

¿Cómo se lee la firma? Los aportes de la Grafología

 Nuestra escritura es como una huella dactilar, única e irrepetible. No obstante, dentro de todo lo que podemos escribir, lo que más ha llamado la atención a psicólogos (y no) es la firma. Existen millones de personas en el mundo y cada una de ellas tiene su propia firma, aunque algunas puedan resultar muy parecidas; no llegan a ser idénticas ya que la firma puede comprenderse como nuestro signo de identidad en el mundo de la escritura. La firma es una auto-imagen que sirve de sello de identificación y afirmación del propio “Yo” frente al entorno. Por ende, no es extraño que los grafólogos hayan centrado su atención en desvelar los secretos de las firmas.

No obstante, antes de hacer referencia a algunos aspectos generales sobre el análisis de las firmas, debo puntualizar que la grafología no es una ciencia exacta, de hecho, hay incluso quienes se cuestionan si es una ciencia y prefieren referirse a ella como un método o técnica. Esto significa que todos los datos que se recojan de un análisis grafológico deben ser contrastados con otras informaciones.


¿Cómo se lee la firma? Algunos detalles a considerar

Aunque no se pueden extraer conclusiones generalizadoras a partir del análisis exclusivo de una firma, en general los grafólogos establecen algunos lineamientos que pueden servir de base para comprender las firmas:

- Firmas muy complicadas: Un refrán popular afirma: “perro que ladra no muerde” y esta reflexión también se aplica a la firma que, cuando tiene trazos demasiado complicados puede indicar un carácter pobre, sentimientos de insignificancia e inferioridad, una gran vanidad e incluso la tendencia a engañar a otras personas. No obstante, debe realizarse una salvedad y es que en ocasiones quienes deben firmar documentos muy importantes optan por una firma complicada para que existan menos posibilidades de ser falsificada.

- Firmas muy sencillas: En el otro extremo encontramos personas cuya firma sobresale por su simplicidad pero que son bien legibles, lo cual puede indicar que no existe la necesidad de sobresalir ni de llamar la atención. Se puede tratar de una persona muy equilibrada que prefiere la transparencia en las relaciones interpersonales pero también podría ser la firma de alguien con bajo nivel cultural que no maneja adecuadamente el lápiz (en este caso deberíamos analizar la seguridad y rapidez de los trazos).

- Firmas con predominio de curvas: casi siempre se refiere a personas con un trato suave y con mucha imaginación.

- Firmas con predominio de ángulos rectos: indica una persona con un carácter más bien duro pero muy prácticas y con gran capacidad de compromiso y esfuerzo.

- Firmas donde se realiza el trazo antes de las letras: es una práctica común en personas altamente organizadas y con una gran capacidad para anticipar el futuro.

- Firmas resaltadas por un zigzag: indica una persona de temperamento fácilmente excitable que suelen comprometerse en las más diversas actividades con mucha pasión.

- Firmas donde se resalta el nombre: cuando sobresale nítidamente el nombre sobre el resto de la firma se puede pensar en una persona que ha sido, es y continúa siendo importante en la esfera de las relaciones interpersonales y, sobre todo, familiares.

- Firmas donde resalta el apellido: la persona prefiere identificarse no por quien es en realidad sino por su rango o su rol social. Puede tratarse de individuos que deseen reconocimiento profesional y esta es la imagen que desean brindar al mundo.

- Firmas tachadas por la rúbrica: obviamente, tachar la propia firma con una serie de garabatos indica una persona que tiene un bajo concepto de sí mismo y una baja autoestima. Las causas pueden ser físicas como una discapacidad o simplemente radicar en comportamientos que se consideran inadecuados como el alcoholismo o la prostitución.


Análisis más profundos para leer las firmas

En sentido general, nuestra atención debe dirigirse fundamentalmente allí donde se aprecie una mayor presión o elaboración de la firma ya que de esta forma la persona (de manera inconsciente) está señalando un aspecto que le resulta importante.

Existen otros aspectos a analizar como la claridad y legibilidad. Esta suele expresar la confianza de la persona en su propia auto-imagen y en el concepto que tiene de sí mismo. Este concepto será tanto más equilibrado y realista, cuanto más se parezca la firma al texto y cuantas menos desproporciones presenten las mayúsculas en relación a las minúsculas. Al contrario, la ilegibilidad en la firma (excepto en el caso de quienes tienen que firmar numerosos documentos al día) supone una falta de voluntad de identificación. El sujeto muestra un Yo evasivo, engañoso y falso.

La ubicación de la firma en el papel también es importante y se relaciona con la toma de posición frente al mundo. Esta posición o actitud, puede ser de acercamiento, si la firma se ubica a la derecha y próxima al texto. Puede expresar retirada, desconfianza, reserva o introversión, si la firma se distancia del texto y se ubica a la izquierda.

La dirección que adopta la firma es otro factor a considerar. Esta puede tener una dirección horizontal indicando serenidad, estabilidad, equilibrio entre ambición y realización. Puede ser ascendente, reflejando una ambición no satisfecha probablemente porque la persona no ha llegado a situar su auto-imagen en el rango que desearía. Y, finalmente, puede ser descendente, en cuyo caso, puede tratarse de una situación frustrante o depresiva o de una enfermedad que mine las fuerzas, las esperanzas e ilusiones.

Obviamente, existen otros muchos factores a considerar para leer las firmas pero estos son a grosso modo los elementos esenciales. Aún así, vuelvo a recalcar que juzgar exclusivamente una firma es como desconectar la personalidad de su entorno o valorar a una persona por su aspecto físico.


Fuentes:
Vels, A. (2000) Grafología de la A a la Z. Barcelona: Herder.
Xandró, M. (1994) Grafología experimental. Barcelona: Herder.

Soñar con los ojos abiertos: ¿Es útil?

 ¿Te ha sucedido en alguna ocasión que estás leyendo un libro o viendo un filme y de pronto te quedas “en las nubes”? Es un estado de desconexión en el cual estamos tan ensimismados en nuestras ideas y pensamientos que nos alejamos del mundo exterior y nuestro nivel de percepción disminuye. En fin, vivimos un verdadero trance cotidiano o quizás otros desean llamarle: “soñar con los ojos abiertos” mientras que los adictos a la tecnología lo suelen conocer como: “quedarse en stand by"
Pues bien, lo cierto es que los estudiosos del tema afirman que hay personas que pueden pasarse alrededor del 30% de su jornada soñando despiertos (particularmente el número me resulta un tanto elevado pero eso es lo que tienen las estadísticas).

No obstante, a corroborar estas cifras viene una investigación realizada recientemente por los psicólogos Erickson y Rossi. En el estudio en cuestión se demuestra que en los estados donde se sueña despierto las personas viven verdaderos estados de trance hipnótico natural caracterizados por una elevadísima presencia de ondas alfa y theta. Pero lo más interesante es que estos estados son muy útiles ya que permiten que la mente descanse y facilita la creación de un nuevo orden mental.

Así, este estado de trance cotidiano sería una especie de “red neuronal que se activa por defecto”. Es decir, se activa cuando estamos inmersos en una actividad particularmente sencilla y poco importante de la cual muchas veces deseamos escapar.

En la actualidad se reconocen fundamentalmente dos formas de “construir castillos en el aire”:

1. Positiva-constructiva: que incluye el pensamiento positivo, constructivo y creativo.

2. Pensamiento disfórico: donde aparecen las rumiaciones y es como si el pensamiento se adueñase de nuestra voluntad, creando sensaciones desagradables y molestas.

Curiosamente, un estudio realizado en el año 2009 por Kane y McVay, demostró que tenemos una tendencia al pensamiento disfórico cuando estamos inmersos en un contexto caótico, vivimos una situación particularmente estresante, tenemos sueño o estamos aburridos. Al contrario, tendemos a soñar con los ojos abiertos de forma constructiva cuando estamos desarrollando una actividad agradable.

En este punto la línea a seguir es muy clara: soñar con los ojos despiertos es positivo porque favorece un nuevo orden mental y nos permite descansar pero tenemos que estar particularmente vigilantes a los pensamientos negativos, para lo cual bastará subir la guardia cuando estamos en contextos poco placenteros. De esta forma podemos obtener solo los beneficios de estos estados de trance cotidianos.


Fuentes:
Kane, M.; McVay, J. C. & Kwapil, T. R. (2009) Tracking the train of thought from the laboratory into everyday life: An experience-sampling study of mind wandering across controlled and ecological contexts. Psychonomic Bulletin & Review; 16(5): 857-863.
Erickson, M. H. & Rossi, E. L. (1977) Autohypnotic experiences. American Journal of Clinical Hypnosis; 20(1): 36-54.

martes, 22 de mayo de 2012

La meditación como parte de la vida diaria


Cuando hablamos de meditación, existe la asociación con algo
religioso, porque su procedencia tiene origen en el Hinduismo
y el Budismo, más allá de este hecho, nos referimos à la
Meditación, como las diferentes prácticas de recogimiento
interior, donde el ser se entrega a su intimidad, desconectando
de la tecnicidad que nos atrapa con hábitos permanentes para
poder funcionar en una sociedad establecida culturalmente.
El hecho de no atender ese lugar íntimo “el verdadero ser”,
estando en la permanencia del afuera, ocupándonos de las reglas
para poder funcionar dentro de este colectivo, ese día a día que
nos estresa, que nos avasalla, que nos invade de
pensamientos; va creando un extravío, una insatisfacción, una
ausencia de nosotros mismos, un vacio difícil de llenar, porque
quien lo ocupa somos nosotros y estamos fuera, buscando un no
sabemos que, en no sabemos dónde.
Ese desasosiego aumenta y crea una turbulencia mental, llena de
pensamientos guiados por el ego, desde donde domina y controla
con permanencia cualquier estado de ánimo, creando emociones
como respuestas subjetivas al entorno, produciendo cambios
fisiológicos, funcionales, nerviosos…

La Meditación forma parte de las ayudas que podemos
incorporar a nuestra vida diaria. Ese encuentro íntimo
cotidiano con nuestro ser, permite llegar a vernos desde otro
lugar, a conocernos diferente, a entablar contacto desde otras
perspectivas, desde el amor a uno mismo, reencontrándonos en
ese camino, sabiendo que formamos parte de la unidad à la que
intuimos pertenecer.
Son muchos los beneficios que nos puede aportar la meditación,
en lo físico, emocional y mental, porque están íntimamente
relacionados; desde el mejoramiento de la concentración, la
memoria, el sistema inmunitario, el dominio de la inteligencia
emocional, la forma de relacionarnos con los demás, el estrés,
el cambio de hábitos perjudiciales para la salud (alcohol, tabaco).
Hay elementos importantes que ayudan, y se pueden utilizar en
la meditación; las prácticas de relajación y de concentración, el
manejo de la energía y el control respiratorio, entre otros.
La respiración es uno los factores importantes en la meditación,
no es solo aire y pulmones, si no la interacción con nuestras
emociones, la adquisición de energía vital a través del aire que
respiramos;” desde la mirada hinduista es una forma física de los
planos sutiles de la existencia”. Según como la vinculemos
a nuestro organismo nos sentiremos mejor o peor con
nosotros y con el entorno próximo, quiero decir que depende de
cómo respiremos, nuestros estados de ánimo cambian, en otras
palabras la respiración contacta con nuestras emociones.
Por ejemplo podemos comprobar, que la respiración es una de
las primeras funciones que se modifica, cuando estamos bajo el
efecto del estrés; Esta se hace rápida, corta e irregular.
¿Cuántas veces nos hemos detenido a pensar, en cambiar la
respiración y hacerla más larga y pausada en un momento de
agobio, de máxima tención, o de pánico? Muy pocas veces,
o mejor dicho casi nunca ¿verdad? Lo que hacemos es empeorar
la situación, en el mejor de los casos respiramos rápida,
entrecortada e irregularmente, pudiendo llegar a una
hiperventilación; en el peor de los casos nos quedamos
paralizados, detenemos la respiración, el oxígeno no es
suficiente, la circulación sanguínea se hace más lenta (nos
ponemos pálidos) y podemos desmayarnos.
La respiración es el instinto más primario con el que nacemos.
En los primeros años de vida se usa la plena capacidad de los
pulmones, se hace sin ningún esfuerzo, pero cuando vamos
creciendo y llegamos à la edad adulta, muchos olvidamos esa
práctica natural, a causa de una salud deficiente, del estrés, las
prisas, las posturas y los malos hábitos creados.
Inconscientemente retenemos la respiración o contraemos el
cuerpo, de tal manera que condicionamos el flujo del aire.
Si cuidamos, o mejor dicho si trasformamos nuestros hábitos
respiratorios, lograremos cambios muy beneficiosos en la salud,
no solo a nivel emocional como ya hemos visto, sino físicamente,
porque al respirar de forma correcta hay un mejor consumo,
aprovechamiento y desplazamiento de oxigeno, hacia las células
que componen nuestros órganos influyendo en su funcionalidad,
un buen aporte de oxígeno forma parte de la renovación celular.
La práctica diaria puede ir desde lo sencillo a lo complicado,
quiero decir, que hay múltiples y variadas formas de meditar,
dependiendo de las necesidades de cada persona y lo que quiera
1
caminar en el proceso.
Un buen comienzo para hacer una práctica sencilla diariamente,
es ubicar un tiempo y un lugar, preferiblemente el mismo cada
vez, el que nos dedicaremos, desde los cinco minutos en
adelante.
Nos sentamos cómodamente, con el cuerpo relajado, la espalda
recta, hombros abajo llevados hacia atrás ligeramente para que
el pecho esté ensanchado, abierto y los pulmones tengan total
amplitud. Conectamos con la respiración, la observamos con
paciencia y sin premura y nos sumergimos en ella sin expectativa
alguna, dejando pasar tranquilamente los pensamientos que
puedan ir apareciendo.
Con la práctica continua, nos desprendemos de la noción del
tiempo trascurrido, alcanzamos un estado de atención serena,
capaz de trascender lo establecido, donde el cuerpo se
encuentra en reposo y relajado. Vamos avanzando lentamente
pero sin pausa en nuestro interior, contactando con ese ser real
que siempre espera que le atendamos, que le creamos, que lo
escuchemos, traspasando las barreras de las inseguridades, los
miedos, los impedimentos. Hemos nacido con un gran potencial
que espera ser utilizado para nuestro beneficio y el de los
demás, porque todos formamos parte de la misma unidad, donde
el conocimiento utilizado con sabiduría, es una aportación
poderosa para la trasformación y el despertar colectivo.
Con tantos beneficios que nos aporta la meditación, ¿que
esperamos para comenzar a transitar este sencillo camino? En la
constancia está el progreso. Animo, te invito a participar de este
continuo despertar.
Fuente: espaciohumano

8 semanas de meditación pueden cambiar el cerebro


No lo dice un grupo «new age», ni unos amantes de la
pseudociencia o de la falsa espiritualidad, sino un equipo de
psiquiatras liderado por el Hospital General de Massachusetts,
que ha realizado el primer estudio que documenta cómo ejercitar
la meditación puede afectar al cerebro. Según sus conclusiones,
publicadas en Psychiatry Research, la práctica de un programa
de meditación durante ocho semanas puede provocar
considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas
con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es
decir, que algo considerado espiritual, nos transforma
físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

«Aunque la práctica de la meditación está asociada a una
sensación de tranquilidad y relajación física, los médicos han
afirmado durante mucho tiempo que la meditación también
proporciona beneficios cognitivos y psicológicos que persisten
durante todo el día», explica la psiquiatra Sara Lazar, autora
principal del estudio. «La nueva investigación demuestra que los
cambios en la estructura del cerebro pueden estar detrás de esos
beneficios demostrados, y que la gente no se siente mejor solo
porque se han relajado», apunta.
Lazar ya había realizado estudios previos en los que había
encontrado diferencias estructurales entre los cerebros de los
profesionales de la meditación, con experiencia en este tipo de
prácticas, y los individuos sin antecedentes, como, por ejemplo,
un mayor grosor de la corteza cerebral en áreas asociadas con la
atención y la integración emocional. Pero entonces la
investigadora no pudo confirmar si este proceso había sido fruto
de, simplemente, haber pasado unos ratos de reflexión.
Conciencia sin prejuicios
Para el estudio actual, los científicos tomaron imágenes por
resonancia magnética de la estructura cerebral de 16 voluntarios
dos semanas antes y después de realizar un curso de meditación
de ocho semanas, un programa para reducir el estrés coordinado
por la Universidad de Massachusetts. Además de las reuniones
semanales, que incluían la práctica de la meditación consciente,
que se centra en la conciencia sin prejuicios de sensaciones
y sentimientos, los voluntarios recibieron unas grabaciones de
audio para seguir con sus cavilaciones en casa.
Los participantes en el grupo de meditación pasaron 27 minutos
cada día practicando estos ejercicios. Sus respuestas a un
cuestionario médico señalaban mejoras significativas en
comparación con las respuestas antes del curso. El análisis de las
imágenes por resonancia magnética encontró un incremento de
la densidad de materia gris en el hipocampo, una zona del
cerebro importante para el aprendizaje y la memoria, y en
estructuras asociadas à la autoconciencia, la compasión y la
introspección. Además, se descubrió una disminución de la
materia gris en la amígdala cerebral, un conjunto de núcleos de
neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos
temporales, lo que está relacionado con una disminución el
estrés. Ninguno de estos cambios fueron observados en el grupo
de control formado por otros voluntarios, lo que demuestra que
no fueron resultado solo del paso del tiempo.
«Es fascinante ver la plasticidad del cerebro y cómo, mediante la
práctica de la meditación, podemos jugar un papel activo en el
cambio del cerebro y puede aumentar nuestro bienestar
y calidad de vida», dice Britta Hölzel, autora principal del
estudio. El hallazgo abre las puertas a nuevas terapias para
pacientes que sufren problemas graves de estrés, como los que
soportan un agudo estrés post-traumático tras una mala
experiencia.
Fuente: nostromo-a-tierra

viernes, 18 de mayo de 2012

Cinco excusas que te mantienen atado

 Cada día, aunque no nos percatemos de ello, cada uno de nosotros se mantiene atado al pasado por miles de hilos invisibles. Estas ataduras se convierten en un fardo pesado que nos impide continuar en nuestro camino, nos hacen gastar energía y nos mantienen atados a una realidad que ya no nos pertenece.

Por eso, aunque nos planteemos miles de metas, lograremos realizar muy pocas. Siempre tendremos una excusa lista para no movernos del círculo de confianza que nos hemos creado a nuestro alrededor. El primer paso para poder desarrollarnos es descubrir cuál es la excusa que sueles utilizar. Una vez que la hayas desenmascarado será difícil que te siga atando.

1. “Antes de comenzar debo tener un plan”. Nos han enseñado que cualquier objetivo debe estar bien planificado. Y es cierto que planificar es importante pero no es imprescindible. A veces basta con lanzarse y los pasos se van desvelando a lo largo del camino.

2. “Ahora no estoy en forma, debo esperar a estar mejor”. No te focalices en cómo te sientes ahora mismo sino en cómo estarás después de que logres tus objetivos. Es decir, muchas personas piensan que están tan gordas, tan faltas de práctica, tan complicadas… que no pueden emprender un nuevo proyecto. Y probablemente esto es cierto pero no es una excusa para detener el cambio. Si emprendes el cambio sin grandes expectativas, sino simplemente por el placer de divertirte o emprender una tarea nueva, verás que reencontrarás el tiempo, las fuerzas o la habilidad perdida.

3. “No sé cómo hacerlo, nunca lo he hecho”. Puede ser que nunca hayas cocinado, nunca hayas escrito o que jamás hayas jugado al fútbol pero esta no es una excusa para no aprender. El hecho de que no hayamos hecho algo es solo una nueva oportunidad para aprender y abrirse a nuevas experiencias. ¿No es maravilloso que después de 40 o 50 años podamos aún descubrir nuevas pasiones?

4. “Las personas se reirán de mi”. Es probable que algunas lo hagan. Pero… ¿a quién le importa? Sin lugar a dudas no podemos supeditar nuestros objetivos a las opiniones de personas que se burlan de las dificultades de los otros. Debemos aprender a discernir entre las opiniones que realmente son valiosas y las que no lo son.

5. “No seré lo suficientemente perseverante”. Hasta que no comiences no sabrás si realmente te sentirás involucrado en el proyecto. ¿En cuántas ocasiones has pensado que un juego o un hobby eran una estupidez y después te has quedado enganchado?

La solución para deshacerse de estas excusas es solo una: ¡lánzate! No esperemos a mañana, simplemente comencemos hoy mismo a hacer realidad nuestro sueño. Por supuesto, el camino probablemente no será fácil pero si no lo inicias no podrás saber qué te aguarda.

jueves, 17 de mayo de 2012

El poder de la vulnerabilidad

 Cuando pensamos en la vulnerabilidad no podemos evitar asociar este concepto con algo negativo. Es una tendencia perfectamente lógica si nos acercamos a la raíz etimológica de este término que significa, por una parte herida (vulnus) y por otra, posibilidad (abilis). Es decir, la posibilidad de resultar heridos. Sin embargo, ¿qué sucedería si nos quedásemos tan solo con una parte de su significado? ¿Qué asociación mental realizaríamos con la palabra posibilidad? De seguro es positiva.

Pues bien, el hecho de que seamos personas vulnerables no es tan negativo como podríamos pensar sino que tiene algunos aspectos positivos. En primer lugar, está demostrado científicamente que las personas que contraen enfermedades contagiosas (como las de transmisión sexual) son aquellas que se sienten menos vulnerables. Esto se explica debido a que nuestra escasa percepción de nuestra propia vulnerabilidad, nos hace asumir comportamientos de riesgo. Al contrario, si asumimos que tenemos tantas probabilidades de enfermar como cualquier otra persona, probablemente tomaremos todas las medidas necesarias para protegernos.

Un refrán popular afirma que “no sabemos lo que tenemos hasta que no lo perdemos” y la vulnerabilidad vendría siendo una sensación que nos permite apreciar en el aquí y ahora todo lo que poseemos. Es decir, saber que somos vulnerables a algo (sin importar de qué se trate) nos ayudará a valorar mucho más nuestro presente y a vivir de forma más plena cada instante. Si asumimos que somos personas vulnerables (y realmente lo somos tanto que nos asustaríamos si tan solo consideráramos una pequeña parte de los riesgos que corremos en el día a día) podríamos aprender que el “aquí y el ahora” es todo lo que tenemos para ser felices.

De la misma forma, la vulnerabilidad, más que un estado que debe esconderse ante una sociedad que a través de los siglos nos ha inculcado que debemos ser “fuertes” y no demostrar nuestras “debilidades”, podría convertirse en una sensación que nos une como seres humanos. De hecho, se conoce que en las comunidades donde las personas se muestran más vulnerables existe una mayor grado de cohesión ya que todos sus miembros saben que necesitan uno del otro. Así, la vulnerabilidad no es un estado que se deba ocultar a rajatabla sino que nos puede ayudar a conectar con otros seres humanos.

En ocasiones nos dejamos llevar demasiado por el tipo de pensamiento que nos ha inculcado la sociedad. Tanto es así que ni siquiera nos cuestionamos si existe otra forma de comprender los fenómenos que nos rodean. Los aceptamos tal cual y listo. Sin embargo, el abanico de potencialidades es infinito y está en nuestras manos asumir una faceta u otra.

jueves, 10 de mayo de 2012

¿Desconfianza o paranoia?


En un momento u otro, todos hemos sido víctimas de la inseguridad que, a su vez, puede dar lugar a pensamientos sospechosos. No obstante, cuando los pensamientos siempre versan sobre la percepción de amenazas debemos dar un paso atrás ya que podríamos estar cayendo en la paranoia.
 
La paranoia es una distorsión cognitiva, una visión consistente pero sin fundamento de que los demás nos quieren hacer daño de alguna manera. Está marcada por una tendencia a interpretar las situaciones neutrales como amenzantes. Es una característica de enfermedades mentales graves, sobre todo en la esquizofrenia.

Pero la paranoia no se limita a quienes sufren de una psicopatología sino que se manifiesta bajo un amplio espectro que puede afectar a muchísimas personas supuestamente sanas. De hecho, se conoce que la paranoia de "todos los días" afecta a alrededor de un tercio de la población mundial. En este caso, quienes sufren de “paranoia cotidiana” creen que sus amigos, conocidos o incluso los extraños son hostiles o sumamente críticos para con ellos.

Lo que distingue la paranoia clínica de la paranoia cotidiana la fuerza de las ideas y cuánto intefieren en el funcionamiento de la persona. Obviamente, los límites no están muy bien definidos ya que dependenrán de cuanto sufrimiento o discapacidad provoca la paranoia.

Sin embargo, la paranoia común no solo existe sino que está en aumento. ¿Por qué? Debido esencialmente a que los medios de comunicación actuales no dejan de transmitir noticias de amenazas que despiertan el miedo en una población ya susceptible. Ahora más que nunca, el escenario está listo para promover la sospecha.

De la misma forma, las redes sociales como Twitter o Facebook, que generan la creencia de que los detalles de nuestra vida privada les interesan a todo el mundo, también podrían generar pequeñas dosis de paranoia cotidiana.

Lo cierto es que un poco de desconfianza es adaptativa y nos ayuda a detectar el peligro. Sin ella, no nos daríamos cuenta de las señales de advertencia del medio pero la paranoia va un paso más allá y nos hace reaccionar de manera exagerada ante los estímulos del medio.


¿Qué estás mirando?

La paranoia se caracteriza por una fuerte tendencia a emitir una luz negativa sobre las interacciones ambiguas, sobre todo las que dejan mucho espacio para la interpretación. Por ejemplo, estamos caminando por un pasillo del trabajo cuando un compañero pasa sin saludar. ¿Qué pasa por tu cabeza? Si eres como la mayoría de la gente se activarán automáticamente una serie de interpretaciones y ahí es donde entra el juego la interpretación paranoica. Es decir, podemos pensar que estaba ensimismado en sus pensamientos y no se percató de nuestra presencia o, al contrario, que le caemos mal y por eso no nos saludó. Una situación neutral se vuelve negativa en nuestra mente.

El problema radica en que las personas paranoicas sufren de un pequeño defecto cognitivo que les impide leer adecuadamente las expresiones emocionales de los demás. De esta forma, llenan el vacío con su imaginación.


La anatomía de la paranoia

Nuestros cerebros casi siempre están aletras ante cualquier soplo de peligro. Prever las amenazas es importantísimo para poder sobrevivir y esta es una herencia ancestral que nos dejaron nuestros antepasados de la Edad de Piedra.

La evaluación del nivel de amenaza se origina en la amígdala que después desencadena una respuesta de lucha o huida. Esta evaluación-respuesta se realiza en cuestiones de segundos y a veces tiene que intervenir nuestra corteza frontal para calmarnos y hacernos ver que no se trata de una serpiente sino de una rama de árbol.

Por supuesto, este sistema está sujeto a alteraciones muy sutiles derivadas de la ansiedad, la depresión, el consumo de drogas o incluso la falta de sueño. Estos factores pueden transformar los estímulos inofensivos en situaciones de pánico. En otras palabras, no nos percatamos que la serpiente es una rama de árbol y nuestro sistema de alarma continúa “encendido”. Un mecanismo similar ocurre en el cerebro de las personas paranoicas solo que ellas confunden los comportamientos neutros o incluso amables con comportamientos hostiles.

En el 2008 investigadores de Oxford desarrollaron un experimento muy interesante. Invitaron a 200 personas normales a que dieran un paseo virtual en el metro de Londres. Posteriormente, cada persona debía reportar qué sintió. Asombrosamente, el 40% reportó ideas paranoides.

No obstante, lo más curioso fue que quienes experimentaron pensamientos paranoicos eran los que habían presentado anteriormente mayores niveles de soledad y falta de apoyo social, dos indicadores clave que aumentan la ansiedad. Y ya se sabe, mientras más ansiosos, menos oportunidades tendremos de distinguir la serpiente de la rama del árbol.

No obstante, la preocupación y el aislamiento no son los únicos caminos hacia la paranoia. Quienes tienen una predisposición genética a la ansiedad también pueden ser más susceptibles a ideas paranoicas. También se ha demostrado que la depresión y la baja autoestima contribuyen a la paranoia.

También existe una teoría que afirma que cuando somos adolescentes todos somos particularmente proclives a las ideas paranoicas. ¿Por qué? Simplemente porque en esta etapa de la vida nos sentimos muy vulnerables y confundidos, casi nunca nos sentimos cómodos con nuestro físico o habilidades y tendemos a pensar que los demás nos observan y que incluso se ríen de nosotros. Sin embargo, en la misma medida en que crecemos y vamos consolidando nuestra personalidad, la paranoia nos abandona. Pero no en todos los casos.

Las investigaciones epidemiológicas han demostrado que las personas con un nivel socioeconómico más bajo tienden a tener más ideas paranoicas y que los hombres son más proclives a experimentar una paranoia más intensa que las mujeres (quienes se ven más afectada por la paranoia cotidiana).

Afortunadamente, la paranoia cotidiana se puede controlar. Basta tomar un respiro y alejarse del pensamento para preguntarse si es cierto o no.

Fuente:
Booth, S. (2011, Noviembre) A Slew of Suspects. En: Psychology Today.

lunes, 7 de mayo de 2012

Ser pesimista: Una elección personal

Este articulo va dedicado a la gran personalidad de mi amigo Cristian Silva Oliveira

 A lo largo de la vida todas las personas tienen sus propias dosis cotidianas de mala suerte, desengaños y fracasos. Algunas personas simplemente dejan ir estas vivencias mientras que otras las acumulan y se vuelven pesimistas.

Todos tenemos un mal día, hemos perdido a personas que amamos o no hemos alcanzado las metas que nos proponíamos. Sin embargo, no todos van quejándose por el mundo de su mala suerte. ¿Por qué? Simplemente debido a que no han acumulado estas dosis de desengaño (que, por demás, van incluidas en la vida, lo queramos o no). Estas personas han sufrido pero han optado por continuar adelante extrayendo lo positivo de la experiencia y esto les ha hecho aún más fuertes. Al contrario, quienes se empeñan en ver el lado negativo de las cosas asumen el papel de víctimas y se convierten en “pesimistas tenaces”.

Lo cierto es que no se nace pesimista, esta es una forma de enfrentar la vida que se aprende a lo largo del tiempo, quizás porque nos resulta mucho más fácil sentarnos a llorar las penas que enfrentarlas y salir adelante buscando nuevas opciones. De hecho, no es casual que, de todas las personas que he conocido, aquellas que han tenido una vida más fácil son las más pesimistas. Y es que cuando creemos que tenemos derecho a todo y no alcanzamos algo, es muy fácil caer en la depresión. Debemos recordar que la resiliencia es una competencia que se va formando a lo largo de la vida pero solo después de haber sufrido varios golpes y haber encontrado alternativas para reponerse de ellos.

Las personas pesimistas se amarran a la desgracia y con ello coartan su futuro, se dejan condicionar y atemorizar por las experiencias negativas viendo siempre el vaso medio vacío. Paul Watzlawick en su libro "El arte de amargarse la vida" retoma estos temas desde una deliciosa perspectiva irónica con la cual pretende que cada persona reconozca su forma errónea de afrontar las situaciones negativas de la vida:

- Créate problemas. Si no tienes suficiente con tus propias dificultades, asume los problemas de los demás. Simplemente llénate la vida de problemas, sin importar si son reales o no. La clave para lograrlo es brindarle importancia a cada pequeña cosa que sucede a tu alrededor.

- Solo tú tienes razón. Lo que digan los otros simplemente no es importante porque no comprenden cómo te sientes. Desecha cada consejo que te den porque de seguro no merece la pena.

- El presente no merece ser vivido. Posterga continuamente los placeres que puedes darte aquí y ahora y aplica la regla mejor mal conocido que bueno por conocer. La clave para lograrlo está en torturarte permanentemente pensando en todas las cosas negativas que te podrían suceder dentro de unos cuantos años.

- Vive obsesionado. Elige una situación negativa y tráela a tu memoria una y otra vez hasta que se convierta en un recuerdo imborrable. De seguro los problemas del día a día pasarán desapercibidos.

- Nunca te perdones. Piensa que eres un incapaz y aplícate todos los adjetivos negativos que te vengan a la mente. Solo tú tienes la culpa de todo.

Sin lugar a dudas este contrasentido te ha resultado muy fuerte. Pues lo cierto es que pensamos de esta forma muchas más veces de lo que sería sano y muchas más de lo que nos atrevemos a reconocer.

Afortunadamente, existen algunas pautas que podemos seguir para dejar de ser pesimistas:

1. Identifica los pensamientos que te hacen sentir mal y anótalos en un papel. Reflexiona sobre su causa, intenta deslindar por qué piensas así. Pregúntate hasta qué punto estos pensamientos se corresponden con la realidad. De seguro te sorprenderás al darte cuenta que este tipo de pensamientos no tiene una base lógica.

2. Reflexiona sobre cómo este tipo de pensamientos pesimistas determina tu estado emocional y tu comportamiento. ¿Qué haces cuando eres optimista? Confróntalo con tu productividad cuando eres pesimista. ¿Cómo se resienten tus relaciones interpersonales cuando te manifiestas de forma pesimista?

3. Conoce tus límites y tus responsabilidades. Borra la palabra culpa de tu diccionario y cámbiala por el vocablo responsabilidad. Internaliza que no tenemos el control de todo lo que sucede a nuestro alrededor y que la vida no se ensaña contigo, lo hace un poco con todos.

4. Aprende a escuchar de forma empática a los demás. No compitas con tus amigos para hacerles ver que tus problemas son mayores, en lugar de eso, escucha sus dificultades e intenta aprender sus estrategias para lidiar con las mismas.

5. Ante cada pensamiento negativo y pesimista, busca una idea positiva que te haga sentir bien.

miércoles, 2 de mayo de 2012

La desilusión en la pareja: ¿Cuándo y por qué llega?

 ¿Quién no se ha hecho esta pregunta después de diez o veinte años de matrimonio? Un día te das la vuelta en la cama, le miras y te preguntas si es la persona indicada. Y, claro, esto sucede porque nuestro cerebro está diseñado (o lo hemos configurado nosotros mismos) para pensar de forma binaria, en términos de blanco o negro. Es decir, o es la persona adecuada o no lo es. No existen términos intermedios.

El “romance” es el encargado de plantar la semilla de la discordia que nos hace pensar que hemos elegido a la persona equivocada. Durante la primera etapa de la relación, sentimos una intensa atracción por el otro. Y esta atracción (o enamoramiento) se parece mucho a una intoxicación por cocaína, sobre todo porque está determinada por algunos neurotransmisores que son los responsables de que no veamos los defectos del otro y de que nos sintamos como si estuviésemos volando en la luna.

No obstante, entre los nueve meses y los cuatro años esta sensación desaparece y muchas personas se sienten abrumadas porque comienzan a percatarse de que su relación no es tan romántica e idílica como soñaban. Con el tiempo, la inexorable realidad asoma su cabeza, se descubren las incompatibilidades y nos desencantamos. En fin, es una etapa en la cual nos concentramos en todo lo negativo de la otra persona que no nos gusta para nada. Algunos sacan la conclusión de que se han casado con la persona equivocada y rompen el matrimonio. Otros simplemente se resignan y viven una vida triste y sin esperanzas.

Sin embargo, ¡no todo tiene por qué acabar así!

En el amor maduro no miramos a la pareja como a la única fuente de felicidad o de infelicidad. Como personas adultas, asumimos nuestra responsabilidad de las expectativas que nosotros mismos nos hemos creado y aprendemos a ajustarlas. No nos dejamos llevar por el primer sentimiento de inseguridad o por nuestros estados de ánimo más oscuros. En vez de mirar continuamente al otro con ánimo recriminatorio, deberíamos mirarnos a nosotros mismos y pensar en cómo podrían resolver esa “crisis”.

Sin embargo, el problema estriba en que la cultura nos impulsa a pensar que no debemos conformarnos con algo que no es lo ideal. Y es que resulta imposible desligar nuestras creencias de la cultura consumista: “esto no me gusta más, lo boto y me compro uno nuevo”.

Así, en el matrimonio no se trata de encontrar a la persona adecuada sino de convertirse en la persona adecuada. Ambos pueden crecer juntos y readecuar sus expectativas e intereses en función del otro.

Por supuesto, hay veces en que nos equivocamos de verdad y elegimos a una pareja que no tiene mucho que ver con nuestros gustos e intereses. Esto sucede porque cuando pasamos por la fase del enamoramiento, nos convertimos en una “versión low cost” de nosotros mismos. Al igual que las personas adictas, pasamos muchos detalles por alto y nos alegramos con poco porque nuestra capacidad de raciocinio no funciona al 100%.

En otras ocasiones, simplemente no sabemos lo que queremos (qué características serían indispensables en la pareja) y elegimos inconscientemente la opción que está a mano. Quizás porque era la alternativa “menos mala”.


¿Cuándo se puede salvar el matrimonio?

Para salvar la relación de pareja es necesario que ambos miembros estén dispuestos a involucrarse en el cambio, que puedan pasar por alto los defectos del otro (o que incluso lleguen a amarlos) y que sean capaces de mostrar sus sentimientos.

Otro aspecto importante que nos indicará que la otra persona realmente se esfuerza en la relación son las señales de crecimiento. Es decir, cuando tu pareja cambia algunas de sus costumbres o motivaciones en aras de satisfacer tus necesidades o expectativas.

Recuerda que la solución siempre está en la comunicación asertiva.

Facebook nos hace infelices

 ¿En alguna ocasión te has puesto a mirar las fotos de tus amigos en Facebook y has pensado que muchos de ellos lucen más felices que tú? En ese justo instante sientes una intensa desazón y quizás hasta piensas qué has hecho mal para que los otros se vean mucho más alegres.

Pero la cuestión es precisamente que los demás se “ven” más alegres y felices pero eso no indica que realmente lo “sean”. De hecho, la mayoría de las personas tienen la sensación de que los otros son más felices que ellos. Y, claro, todo surge de esa maldita tendencia a compararnos con los demás.

Pues bien, un estudio reciente desarrollado por investigadores de la Utah Valley University pone el dedo en la llaga al analizar las vivencias en Facebook de 425 estudiantes. Todo parece indicar que somos poco propensos a mostrarnos infelices en esta red social y que, mientras más tiempo pasamos conectados a ellas, más cambia la percepción de la felicidad de los demás y la nuestra.

Obviamente, esto sucede porque tendemos a analizar exclusivamente las imágenes sonrientes y felices que encontramos en el perfil de las otras personas llegando a la conclusión errónea de que tienen menos problemas, responsabilidades y preocupaciones que nosotros.

Este fenómeno ya había sido estudiado con anterioridad sin hacer referencia a las redes sociales pero, evidentemente, en estas el problema se acentúa porque solo brindamos la imagen más positiva de nosotros mismos.

Por supuesto, esto no significa que Facebook de por sí nos hace sentir infelices sino que es nuestra percepción sesgada de lo que vemos en esta red social. Es algo bastante similar a pensar que los protagonistas de un filme son más felices, ricos y prósperos que nosotros cuando realmente se trata de una obra de ficción.

El engaño está en que creemos que todo lo que vemos en Facebook es real, cuando realmente mucho de lo que vemos es la imagen que otra persona ha construido para mostrarle al mundo, una imagen que a veces suele distar mucho de la realidad.


Fuente:
Hui-Tzu, G. & Edge, N. (2012) “They Are Happier and Having Better Lives than I Am”: The Impact of Using Facebook on Perceptions of Others' Lives. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking; 15(2): 117-121.

martes, 1 de mayo de 2012

Este sencillo gesto es la clave de tu atractivo sexual


Según un estudio de la Universidad de Newcastlepublicado en la Revista de Psicología Evolutiva, la inclinación de nuestra cabeza determina qué tan atractivos podemos ser para el sexo opuesto.
un gesto clave para el atractivo sexual

Usa la cabeza.
Según el Dr. Darren Burke, psicólogo que llevó a cabo la investigación, “Nuestros estudios demostraron que el ángulo desde el cual apreciamos el rostro de una persona, condiciona nuestra percepción de su masculinidad o su feminidad. “
De acuerdo a los resultados, si un hombre quiere parecer masculino, debe inclinar su cabeza ligeramente hacia atrás;  la barbilla debe estar recta con respecto al suelo, (no es necesario exagerar la postura).  Para una mujer verse más femenina, debe hacer exactamente lo contrario: bajar la barbilla unos quince grados,inclinando la cabeza un poco hacia adelante.
¿De qué va todo esto? muy sencillo:  recordemos que la evolución ha llevado a las mujeres a preferir hombres altos.  Por lo tanto, es una “buena señal” subconsciente cuando ellas ven el rostro del “buen candidato” desde una perspectiva baja.  En ese sentido, si ambos son de la misma estatura, él debería mantener la cabeza erguida para acentuar su masculinidad.  Aún más: esta posición acentúa el ancho de la mandíbula, lo que también está relacionado con un nivel alto de testosterona.
Para las mujeres, mostrar su rostro como si lo viésemos “desde arriba”, es una forma de coqueteo más que de sumisión, puesto que a los hombres nos gusta la sensación de “proteger” a nuestra pareja, y verla desde este ángulo refuerza este estímulo.  ¿Será por eso que cuando una chica se toma una foto a sí misma para colocarla en las redes sociales, generalmente coloca su teléfono en alto? Podemos discutir la efectividad de tal maniobra, pero… ¡Al menos el ángulo es el correcto…!

La queja: Una de las técnicas de persuasión más eficaces


Los bebés y los psicópatas tienen un aspecto en común: son muy buenos en lograr lo que desean porque no hay muchos que se le resistan. Y lo cierto es que si deseamos aprender el arte de la persuasión, deberíamos tomar unas cuantas notas sobre sus comportamientos.

Ser agresivos, tímidos o positivos; estos son algunos de los estilos de persuasión más utilizados pero lo cierto es que no siempre funcionan. Por eso algunos psicólogos han ampliado su campo de investigación analizando el estilo de los bebés. Así, afirman que quejarse podría ser un excelente arma persuasiva.

Obviamente, a nadie le agradan los quejicas crónicos y tenemos varios términos denigrantes en nuestro vocabulario para comprobarlo pero el arte de quejarse es toda otra cosa. De hecho, incluso se han publicado varios libros al respecto.

En primer lugar, debes saber que quejarte en los momentos inadecuados (cuando hay otras personas que son el centro de atención o cuando la conversación gira sobre cuestiones más relevantes que nosotros mismos) puede hacerte lucir más egoísta y no obtendrás los resultados que esperabas. La queja como arma persuasiva va más allá de la simple cantinela que estamos acostumbrados a escuchar todos los días.

El primer paso para quejarse de forma eficaz es decidir si realmente deseas obtener un resultado concreto o si la queja te servirá solo como válvula de escape emocional. Es decir, a tu interlocutor le debe quedar bien claro si estás pidiendo ayuda (si se trata de arreglar un problema) o si simplemente eres una persona que busca apoyo emocional para enfrentar una dificultad. La diferencia puede parecer nimia pero es vital para lograr tus objetivos.

El segundo paso será realizar un plan donde deberás determinar con exactitud qué quieres lograr (nunca dejes que la otra persona sea quien elija la forma de “reparación del daño”). Luego, deberás averiguar quién puede proporcionarte lo que necesitas (es absolutamente contraproducente quejarse ante alguien que no tiene el poder para cambiar nuestra situación).

Debes tener presente que cuando las personas reciben una queja, normalmente se ponen a la defensiva e incluso podrían lanzar un nuevo tema que te desvirtúe de tu objetivo. Por eso es importante que seas agradable (incluso si eso va contra nuestros instintos). Es lo que se conoce como el eterno dilema existencial de la queja: ¿quieres tener la razón o deseas obtener un buen resultado? Mantén en mente esta pregunta siempre que utilices la queja como una herramienta persuasiva.

Una forma para evitar la espiral ascendente de actitud defensiva es aplicar la técnica del "sándwich de la queja". ¿Qué es? Imagina que la queja es un sándwich que deberás preparar para que a la otra persona le agrade. En la parte que corresponde al primer mordisco deberás preparar el terreno para que tu interlocutor no se sienta atacado sino atraído y con ganas de comerse el resto del sándwich. Obviamente, el punto fuerte del sándwich es la queja o solicitud de reparación y el segmento inferior es la parte digestiva; o sea, donde das las gracias y refuerzas la idea de que eres una persona razonable y digna de ser ayudada.

Recuerda siempre no irte por las ramas, tu discurso debe ser sencillo y preciso, directo al objetivo.