martes, 13 de noviembre de 2012

Como funciona la memoria: 5 aspecto que no conoces

 Solemos decir que una persona es la suma de sus memorias. Somos quienes somos porque tenemos un pasado y lo recordamos a menudo. Cuando debemos tomar una decisión importante, lo primero que hacemos es mirar atrás en el tiempo para buscar situaciones similares y ver cómo las resolvimos.

Sin embargo, aunque echemos mano a la memoria todos los días, esto no significa que entendemos bien cómo funciona. De hecho, recién ahora los psicólogos están redescubriendo esta función psicológica.

Si comprendes cómo funciona tu memoria, podrás mejorarla. Por eso ahora vamos a echarle un vistazo a algunos de los mitos más comunes sobre el funcionamiento de la memoria:

1. La memoria no decae con el tiempo. ¿Quién no ha experimentado la frustración de hurgar en la memoria y no encontrar el recuerdo que andaba buscando? Es cuando dices “lo tengo en la punta de la lengua” porque estás seguro que el recuerdo está allí pero eres incapaz de hacerlo consciente.

Desde esta perspectiva, puede parecer muy obvio que la memoria decae con el tiempo. Sin embargo, cada vez más los investigadores están convencidos de que nuestra memoria tiene una capacidad asombrosa y que almacena prácticamente todo lo que vivimos, el problema es que después no somos capaces de encontrar el recuerdo.

En práctica, es como si tuviésemos un enorme almacén de recuerdos pero en la misma medida en que se va llenando, se nos hace más difícil acceder a algunas de estas “gavetas”. En este punto te estarás preguntando qué sentido tiene almacenarlo todo si después no lo podemos recordar. He aquí la respuesta.

2. El olvido nos ayuda a aprender. La idea de que olvidar algo nos ayude a aprender puede parecer un contrasentido pero basta imaginar que lío tendríamos en nuestra mente si pudiésemos recordar cada detalle de nuestra vida. Nuestra memoria elige los recuerdos más trascendentales, ya sea desde el punto de vista emocional o cognitivo, y les da prioridad sobre los otros. De esta forma, podemos accede inmediatamente a estos contenidos y usarlos para aprender otras cosas.

Es un fenómeno similar a cómo organizamos la pantalla de nuestro ordenador. Normalmente ponemos en el desktop solo los programas o carpetas que nos resultan más significativos. De esta forma, cuando los debemos usar, los tenemos a la mano. Sin embargo, en nuestro ordenador tenemos más información, si bien toda no se muestra en el desktop.

3. Los recuerdos “perdidos” se pueden recuperar. Si partimos del presupuesto de que hemos almacenado prácticamente todo lo que hemos vivido en algún lugar de la memoria, entonces es fácil comprender que, con las técnicas adecuadas, podemos recordar cualquier información. A veces basta esforzarse un poco, otras veces serán necesarias técnicas más complejas, como la hipnosis.

4. Cuando traemos a la mente un recuerdo, lo estamos alterando. Solemos pensar en la memoria como un gran almacén donde dejamos colocados los recuerdos y estos permanecen allí, fieles e inalterables. Sin embargo, la realidad es bien distinta, nuestra memoria es creativa y a veces entremezcla informaciones, le quita y le añade detalles.

Cada vez que traemos a la mente un recuerdo, este se consolida y se hace más fuerte, en comparación con la otra información que tenemos almacenada. Por ejemplo, imaginemos que estamos recordando un regalo especial que nos hicieron cuando cumplimos los seis o siete años. En la misma medida en que nos focalicemos en este regalo, el recuerdo de los otros regalos se irá opacando. Y mientras más recordemos la situación en la que recibimos el regalo en cuestión, más estaremos reconstruyendo nuestro recuerdo del cumpleaños ya que estaremos priorizando unas experiencias sobre otras. De hecho, hoy se conoce que es posible implantar recuerdos falsos.

5. La memoria se “recarga”. Pongamos que deseamos aprender a jugar al balonmano. ¿Sería mejor dedicarle una semana entera al saque, otra a recibir y así sucesivamente o es mejor mezclar todos los aprendizajes?

Según los expertos, lo mejor es mezclar las técnicas pues así podemos memorizar mejor los movimientos. Y lo mismo vale para la memoria declarativa; es decir, para aprender los contenidos que nos enseñan en la escuela. ¿Por qué?

La explicación es muy sencilla: todo parece indicar que cada vez que cambiamos de actividad para focalizarnos en otra, nuestra memoria sufre una especie de “recarga”. Es decir, es como si todos los recuerdos con los cuales estábamos trabajando, pasasen a un segundo plano para recargar una información nueva y más pertinente con la tarea que estamos realizando aquí y ahora

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