Ahora un curioso estudio realizado en la Universidad La
Trobe, en Melbourne, brinda nuevas luces sobre este fenómeno. Estos
investigadores encuestaron a 330 universitarios con el objetivo de determinar
si habían tenido un amigo imaginario en su niñez. ¿Resultados? Los estudiantes
que habían tenido una compañía imaginaria mostraban mayores habilidades
comunicativas, eran más empáticos y mucho más creativos que el resto de sus
compañeros.
De forma paralela y en colaboración con la Universidad de
Manchester, se investigaron profundamente un total de 44 niños con edades
comprendidas entre los tres y los seis años, la mitad de los cuales tenía
amigos imaginarios. Al finalizar el estudio se pudo comprobar que quienes
tenían un amigo imaginario poseían un vocabulario más rico y eran más creativos
que el resto de sus compañeros. ¿Por qué?
Parece ser que estar a cargo de las dos partes de la
comunicación facilita el desarrollo de habilidades comunicativas. Además, de
cierta forma facilitan el equilibrio psicológico ya que los amigos imaginarios
ayudan a los niños a expresar sus sentimientos y en ocasiones tienen un efecto
catártico al disminuir cualquier tipo de manifestación de agresividad. Otras
investigaciones aseveran que cuando los niños con amigos imaginarios se
convierten en adultos, tienden a preferir el arte y la poesía.
¿En qué niños es más usual este fenómeno? En los niños que
están constantemente rodeados de adultos o en aquellos más sensibles que
demuestran gran imaginación y fantasía. Un estudio reciente desarrollado en
Hermosillo, México, asevera que aquellos niños que pasan más tiempo frente a la
televisión también son más propensos a crear amigos imaginarios.
¿A qué edad desaparece este amigo? Normalmente desaparece
cuando el niño comienza a socializar de forma continuada con otros niños, casi
siempre al iniciar la escuela, alrededor de los seis años.
Pero... en el área de la Psicología no todo es tan simple y
lineal. Recientemente investigadores de la Universidad de Oregon y Washington
aseguran que estos amigos imaginarios lejos de desaparecer se hacen más
presentes. Parece ser que el 31% de los niños encuestados entre los 6 y 7 años
tenían amigos invisibles mientras que este fenómeno se evidenciaba solo en el
28% de los preescolares e incluso se ha reportado entre niños mayores.
Lo cierto es que mientras que para el psicoanálisis y el
cognitivismo los amigos imaginarios son expresión de inmadurez o síntomas de
una neurosis incipiente, la nueva generación de psicólogos refuerza los
beneficios de este fenómeno: la habilidad para experimentar empatía, alternar
puntos de vista, probar nuevas secuencias de diálogos, cambiar situaciones,
revisar interpretaciones, especular, ponerse en la perspectiva del otro...
Aún así, una pregunta siempre queda en el tintero: ¿por qué
tienen los niños la necesidad de crear estos amigos?
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