Existen miles de técnicas muy complicadas cuyo objetivo es
fomentar la creatividad pero también hay decenas de pequeños trucos que nos
permitirán ser más creativos con el menor esfuerzo posible. Precisamente uno de
ellos es elegir el momento del día adecuado para desarrollar las tareas en las
cuales debemos ser más originales.
Los investigadores Mareike Wieth y Rose Zacks reclutaron a
428 estudiantes y llegaron a una curiosa conclusión: si eres de las personas
más eficientes en las tardes, entonces el momento más creativo del día es justo
al amanecer pero si eres de los madrugadores, entonces tendrás tu pico creativo
en las tardes.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores
identificaron qué estudiantes eran madrugadores y cuáles eran más productivos
en las tardes. Luego les pidieron que resolvieran seis problemas; de ellos,
tres demandaban soluciones por insight y tres requerían soluciones analíticas.
Para resolver cada problema los estudiantes tenían a su disposición solo 4
minutos.
Lo interesante del experimento es que la mitad de los
participantes fueron evaluados a primera hora de la mañana, alrededor de las
8.30 mientras que el resto fue analizado en la tarde, entre las 16.00 y las
17.00 horas.
Finalmente se apreció que los estudiantes obtuvieron mejores
resultados en los problemas de insight cuando los realizaban en el horario en
que se sentían menos óptimos. Cuando los madrugadores fueron evaluados en la
tarde y los “búhos” al amanecer, se apreciaron índices de éxito del 56, 22 y
49% (respectivamente, por cada uno de los problemas propuestos). Sin embargo,
cuando se invirtió el horario de las tareas haciéndolo coincidir con su momento
más óptimo del día, los índices de éxito disminuyeron a: 51, 16 y 31%.
¿Por qué sucede esto?
En esencia, debido a que los problemas que deben resolverse
desde una perspectiva creativa usando el insight demandan una aproximación no
convencional. Y es más fácil lograr esta perspectiva cuando tenemos sueño; es
decir, cuando nuestra corteza prefrontal está más inhibida. Esto se debe a que
la corteza prefrontal suele actuar como un tamiz crítico que en muchas
ocasiones no deja aflorar las ideas más originales. Por ende, cuando la misma
“baja la guardia”, pueden surgir ideas mucho más arriesgadas y originales.
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