Desde hace miles de años, los senos femeninos han sido
objeto de adoración en prácticamente todas las culturas y etapas del ser
humano. Si bien podemos pensar que los hombres hemos tenido mucho que ver
en esta idealización, estudios recientes han comprobado que ambos sexos
presentan cierta… “obsesión” con el tamaño del busto.
Una tradición de poderosas razones
Obviamente, uno de los factores que más influye en esta “cultura
de tetas y concursos”, como lo expresó Imanol Arias, es la
preponderancia visual de los senos en la imagen femenina: se encuentran
justo al frente de su anatomía, a una altura ideal en cuanto a proporciones
artísticas. Por otro lado, desempeñan una labor básica en el sustento de
los recién nacidos (y ni hablar de ser imanes para las manos
masculinas).
Pero este énfasis que la naturaleza les dio por selección
natural, se ha vuelto una especie de montaña rusa en lo que respecta al tamaño
y volumen cuando se considera un aumento de voluptuosidad. En promedio, las
prótesis escogidas en estos procedimientos cambian la copa en 2.6 tallas más,
suficientes para modificar totalmente su apariencia original y requerir cierta
“adaptación”, no sólo al nuevo peso y forma sino al impacto psicológico de esa
nueva imagen.
La sociedad de las contradicciones
Las imágenes a las que estamos acostumbrados (y que nos
llueven a través de todos los medios), es de mujeres increíblemente perfectas
(Cual Stepford Wives), sin una gota de celulitis y en la mayoría de
los casos con unos senos que harían palidecer a Lara Croft. Por un lado,
la mujer actual se siente presionada a “encajar” en esa peligrosa tendencia -la
cual se refuerza por la constante competencia entre “amigas” que compiten con
centímetros cúbicos de solución salina– Y por otro, en el ámbito
profesional una mujer de senos grandes (especialmente si no son naturales), se
relaciona con superficialidad y bajo profesionalismo; incluso pueden llegar a
ser discriminadas. Entonces, ¿En qué quedamos?
Las estadísticas reales (y no operadas)
¿Cuál será el índice de satisfacción de hombres y mujeres
con respecto a los senos? Si bien es cierto que los hombre nos sentimos
fuertemente atraídos y hechizados por ellos, la mayoría no tenemos una
preferencia expresa de tamaño, y muy especialmente cuando se trata de esa mujer
que nos quita el sueño. Investigadores en la UCLA y Cal State realizaron
un sondeo en línea de más de 50.000 hombres adultos heterosexuales, entre
18 y 65 años, quienes en un 56% dijeron que estaban plenamente satisfechos con
los pechos de su pareja.
Cuando la misma encuesta fue orientada a mujeres, apenas el
30% dijo estar satisfecha con sus atributos. Las encuestadas delgadas y
de baja estatura se preocupaban por tenerlos muy pequeños, mientras que
aquellas más maduras o de complexión gruesa le echaban la culpa de su
descontento a la gravedad.
En todo caso, uno de los grandes mitos del aumento del busto
es afirmar que las mujeres que se someten a esta intervención se sienten
insatisfechas no sólo físicamente sino con otros aspectos de su vida.
¿Por qué ésta afirmación es absurda? ¡Por la sencilla razón de que todos los
seres humanos, de alguna manera, no estamos satisfechos con una o varias cosas
denuestra existencia, y no por ello salimos corriendo a modificar nuestro
cuerpo! De hecho, la mayoría de las pacientes manifiesta sentirse mucho mejor
consigo misma con la recién adquirida “pechonalidad”. Pero este “empujón”
emocional no dura para siempre; como todo lo nuevo en nuestra vida, al volverse
cotidiano puede perder gran parte de ese encanto original.
Si eres mujer, recuerda esto: lo más probable es que tu
hombre esté más contento con tus senos de lo que te imaginas. Si eres
hombre, recuérdale siempre lo mucho que la amas (y lo mucho que te gusta, tal
como es).
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