En los Estados Unidos las personas pasan un promedio de
dieciséis horas diarias delante de la televisión; tanto es así que alrededor de
la mitad del tiempo libre se emplea en este pasatiempo (si puede llamársele
así). De esta forma, un equipo de sociólogos de la Universidad de Maryland ha
estado recopilando datos al respecto durante un periodo de treinta años.
¿Los resultados? Las personas que no son felices pasan más
tiempo viendo la televisión mientras que las personas que se describen a sí
mismas como felices dedican más tiempo a leer y a socializar. Las personas
infelices consumen un 20% más de televisión que la gente feliz, con
independencia del nivel educativo, los ingresos, la edad y el estado civil.
En este estudio se involucraron alrededor de 30 mil adultos
a los cuales se les pedía que llenaran diarios donde evidenciaran cuán
gratificantes eran cada una de las actividades cotidianas. Entonces surgió un
resultado sorprendente: las cuestionarios de las personas felices y aquellas
que se sentían continuamente tristes diferían variaban substancialmente en una
tarea: ver la televisión.
Otro resultado curioso es que el tiempo libre de las
personas tristes es mucho mayor que el de las personas que se reconocen
felices, un 51% frente a un 19% (un resultado que no es del todo nuevo ya que
en el pasado se ha demostrado que las personas más ocupadas muestran mayores
niveles de felicidad). Sin embargo, extrañamente, quienes estaban más ociosos
también experimentaban más prisa que aquellos que carecían verdaderamente de
tiempo libre, un 35% en comparación con un 23%. En resumen, que tener mucho
tiempo y no saber cómo llenarlo no parece ser muy gratificante. Por si fuera
poco, las personas que miraban más la televisión reconocían que: “es una
pérdida de tiempo inútil”.
Pero… ¿la televisión conduce a la tristeza o viceversa?
Ver la televisión es una tarea sencilla, que no demanda
esfuerzos considerables y que puede compararse con el placer momentáneo que
producen las drogas: producen una satisfacción momentánea pero a largo plazo
son productores de sentimientos de insatisfacción pues nos alejan del resto de
las personas y va disminuyendo paulatinamente nuestra socialización.
A la misma vez, es normal que las personas tristes no tengan
deseos de socializar por lo que optan por la actividad que tienen a mano: ver
la televisión. Por ende, las relaciones entre televisión y tristeza serían
multideterminadas y es que no debemos olvidar que todas las cosas en extremo
resultan dañinas.
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