Al final del día el hijo se estaba exhausto y no había
probado bocado por lo que el padre le preguntó:
“Un padre y su hijo tenían hambre por lo que decidieron irse
a pescar en su pequeño barco. El padre ayudó a su hijo con el carrete y este
pescó su primer pez.
- Gran pesca, hijo mío - dijo el padre.
- Sí, pero me preocupa que quizás esté perdiendo el mejor
pescado – le respondió el hijo. - ¿Y si pudiera atrapar un pez más grande y más
sabroso?
- Tal vez deberías intentarlo – fue la respuesta que obtuvo
del padre.
- Una verdadera belleza – le animó el padre.
- Pero probablemente ahí fuera hay peces aún más grandes.
- Quizás deberías volver a intentarlo – le respondió el
padre.
El hijo se animó y capturó otro pez mayor y así prosiguió
con su idea de pescar siempre un ejemplar de mayor tamaño y de carne más
exquisita.
- No lo sé. Estuve tan ocupado intentando pescar los mejores
ejemplares que no tuve ni un segundo para probarlos.”
¿En cuántas ocasiones nos hemos comportado como el hijo de
esta historia? Desgraciadamente muchas veces esperamos a saborear la victoria
hasta que logremos otra meta aún más grande y más satisfactoria. Entonces
asumimos decenas de metas y nuevos objetivos que demandan nuevos esfuerzos y
que nos mantienen tan ocupados que no somos capaces de apreciar los pequeños
logros ni de disfrutar del camino que emprendemos. Esperar un futuro mejor no
es definitivamente la mejor manera de vivir el presente.
Existe una triste verdad que más tarde o más temprano
debemos enfrentar: aunque nuestra vida fuese el doble de larga, no podríamos
visitar todas las ciudades del mundo, leer todos los buenos libros u obtener
todas las metas que nos propongamos. Nuestra vida y nuestras capacidades son
limitadas, por ende, en muchas ocasiones en vez de preocuparnos por aquello que
nos estamos “perdiendo” sería mucho más inteligente concentrarse en lo que
estamos “viviendo”.
Esto no significa que no debamos plantearnos metas nuevas y
más desafiantes que nos permitan crecer como personas sino que debemos aprender
a disfrutar del camino y a apreciar las cosas que tenemos a nuestra disposición
en este mismo momento. Sin lugar a dudas es una tarea difícil pero no
imposible.
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